El rancho de Santa Fe lo compró Juan Gabriel en la década de los 80. Para cuando se convirtió en papá, decidió convertirlo en el lugar más divertido del mundo para sus cuatro hijos.
Iván Aguilera, el mayor de esos hijos, recuerda que aquellos años de infancia en ese rancho fue una etapa maravillosa para él y sus hermanos Hans, Joan y Jean.
“Y a todos les puse también Alberto”, dice divertido Juan Gabriel en uno de los videos inéditos que se muestran en el documental de Netflix “Quiero, puedo y debo”.
Un rancho para los hijos de Juanga
El rancho en Santa Fe tenía un carrusel de caballitos en el que los cuatro niños Aguilera se divertían durante las horas de recreo de su escuela.
Porque, por supuesto, dentro del rancho tenían una escuelita, una casita de madera acondicionada con bancas y pizarrón para que la maestra llegara a darle clases particulares.
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El rancho sirvió incluso como escenario para una película casera a la que le pusieron de título “Dos fantasmas en Santa Fe”.
En esa película casera, cuyo video también se muestra en el documental, Juanga y sus hijos interpretan una película de terror al ritmo de Los Cazafantasmas.
¿Por qué Juan Gabriel abandonó el rancho de Santa Fe?
Cuando sus hijos crecieron, la familia se mudó a Florida para que pudieran seguir con sus estudios universitarios.
“El rancho se cerró y pues quedó en el abandono; ahí se terminó una etapa”, dice Iván.
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Y ese abandono también quedó registrado en video por Juan Gabriel, quien solía grabar todo casi todo el tiempo.
Lo que se muestra en el documental es un video en el que el cantante recorre ese rancho maltrecho, con hierba, el carrusel de caballitos despintado, la escuelita destartalada y la casa sin las risas de sus cuatro hijos.
“Mira nomás, en total abandono”, dice Juan Gabriel mientras lo recorre.