En el mundo del espectáculo, las historias de amor suelen escribirse con luces, cámaras y alfombras rojas. Pero la de Ingrid Martz hoy se desarrolla en silencio, entre las paredes de su propia casa, donde la rutina ha reemplazado la pasión y el eco de los días compartidos se ha vuelto, poco a poco, una carga difícil de sostener.
Separada desde hace casi tres años de Rodrigo Luque, la actriz Ingrid Martz aún comparte con él el mismo hogar, situación que se ha vuelto insostenible.
Con la voz entrecortada y los ojos cargados de una mezcla de alivio y cansancio. “Rodrigo y yo, a pesar de que vivimos en la misma casa, hace más de dos años dejamos de ser pareja”, confesó en un video que publicó en sus redes sociales, acompañado por una atmósfera íntima, casi confesional. Detrás de esa frase hay una historia de amor que se transformó en convivencia, y una mujer que intenta sostener la estabilidad emocional de su hija de seis años, Martina, mientras navega las aguas turbulentas de una separación prolongada.
“UNA ABOGADA ME ENGAÑÓ": INGRID MARTZ
“Para mí era imposible dividir el tiempo con Martina. No podía soportar la idea de perder días o semanas con ella. Se me salía el corazón solo de pensarlo”, explicó. Esa razón (su hija) ha sido la fuerza que la mantuvo bajo el mismo techo con su expareja, incluso cuando la convivencia comenzó a resquebrajarse.
“Creo que hay un momento en el que ya no se debe seguir así, por el bien de todos”, reconoció, con la serenidad de quien ha comprendido que el amor también sabe despedirse.
Fue durante la boda de su amigo Javi Derma cuando Ingrid decidió, finalmente, poner en palabras lo que llevaba tiempo guardando. En entrevista con TVyNovelas, la actriz explicó que su sinceridad nació de un proceso de introspección profundo. “Yo decidí platicarlo porque acababa de ir a un retiro en el que estuve alejada tres días, solo pensando en esta situación. Justo ese día que grabé el video estaba en mi coche, afuera de mi terapia”, relató. Ahí, en ese espacio pequeño y cargado de emociones, Martz se dio cuenta de que el silencio la estaba enfermando.
“El estar manteniendo una situación que no es, a la larga te enferma en todos los sentidos: física y emocionalmente. Y yo vengo arrastrando ya muchas cosas, de muchos años, y para mí fue muy liberador”.
La liberación, sin embargo, no llegó sin dolor. Durante casi tres años, Ingrid y Rodrigo intentaron sostener una armonía doméstica por el bien de su hija, pero la actriz admite que el costo emocional ha sido alto. “Todos tenemos un día en el que ya no aguantas y debes decirlo”, expresó con franqueza.
El proceso legal tampoco ha sido sencillo. En un país donde los trámites judiciales parecen eternos, Martz ha enfrentado un camino lleno de obstáculos. “En este país, las cosas legales son interminables, largas, imposibles. Yo firmé la demanda de divorcio en noviembre de 2024 y han pasado muchísimas cosas: una abogada que me engañó, los juzgados cerrados por paro, vacaciones judiciales... al final te obligan a mantenerte en una situación en la que ya no quieres”, lamentó. Esa espera la mantiene en una especie de limbo: separada emocionalmente, pero aún compartiendo espacio físico con su expareja.
“Por lo pronto seguimos viviendo en la misma casa, lo que resulta muy difícil. La convivencia es complicada, ya no es un ambiente sano y civilizado”, admitió. Pese a todo, Ingrid asegura que ha encontrado formas de mantenerse en pie. “He hecho de todo: he ido a terapia, a constelaciones; mis amigas han sido una pieza fundamental, mi familia, los retiros, los libros. Todas las mañanas y todas las noches le pido a Dios, y creo que eso es lo que me ha sostenido”, compartió con humildad.
Ingrid decidió contar la verdad pese a tener miedo: “Lo hice por mí y por mi hija”
La vida de Ingrid Martz, tan asociada con personajes luminosos y románticos en la pantalla, contrasta hoy con un proceso íntimo de reconstrucción. En su testimonio hay una reflexión universal: la dificultad de soltar lo que alguna vez fue hogar, la necesidad de priorizar el bienestar emocional, y el desafío de ser madre, mujer y figura pública al mismo tiempo.
En México, estudios recientes indican que uno de cada ocho divorciados continúa viviendo con su expareja por razones económicas o familiares. Pero en el caso de Ingrid, la motivación no ha sido el dinero, sino el amor maternal.
Aunque la convivencia se ha tornado “insostenible”, según sus propias palabras, la actriz no se permite la desesperanza. “A veces pensamos que todo va a cambiar y a mejorar, porque queremos mantener a la familia unida, y al final te das cuenta de que lejos de que las cosas mejoren, van empeorando, y yo tengo la responsabilidad de que mi hija sea feliz”, confesó.
Su relato, más allá de los titulares, revela la humanidad de una mujer que enfrenta sus miedos sin esconderse detrás de una sonrisa televisiva. En tiempos donde las redes sociales suelen mostrar versiones idealizadas de la vida, Ingrid eligió la verdad, aunque duela. Y en esa verdad encontró una forma de renacer. “Si me tardé mucho en hablarlo y en aceptarlo, fue porque tenía miedo. Pero ahora me siento en paz, sabiendo que lo hice por mí y por mi hija”, concluyó con voz serena.