A un año de relación, el conductor presume estabilidad emocional al lado de su novia Yaya y nos comparte cómo vive esta nueva etapa
Tomados de la mano, sin prisa y con ese brillo reservado para quienes viven una historia apenas estrenada, pero que ya se siente sólida, así llegaron Raúl Araiza y Yaya al hotel Sofitel como invitados a la boda de su amigo Javi Derma, la cual se llevó a cabo hace un par de semanas.
Aunque “El Negrito” Araiza saludaba con su naturalidad habitual a colegas y amigos, Yaya avanzaba un poco más cautelosa, intimidada por las cámaras, prefería mantener un bajo perfil, el mismo que ha caracterizado su discreta presencia desde que inició la relación. Sin embargo, el lenguaje silencioso entre ambos decía mucho más que cualquier declaración: miradas que se buscaban, risas compartidas, una complicidad que se notaba incluso cuando solo tomaban asiento junto a los demás invitados del medio artístico.
Hoy, Raúl Araiza atraviesa por una etapa de estabilidad que coincide con la llegada de un nuevo amor, uno que cumplió su primer año el pasado 8 de octubre. Una fecha que él y Yaya celebraron no con grandes estridencias, sino siendo ellos mismos: una pareja que ha encontrado equilibrio entre risas, crecimiento interior y proyectos compartidos.
“Ha habido mucho amor, mucha complicidad, muchas risas, nuestras familias se llevan increíble. Adoro a sus hijas, mis hijas la adoran, todo ha sido muy bonito”, expresó Raúl en entrevista con TVyNovelas durante la celebración.
Unos meses antes, en enero, había sorprendido a sus seguidores al presentar en redes sociales a la mujer que le había robado el corazón. Desde entonces, cada tanto deja ver postales de momentos juntos, sin saturar de detalles, pero compartiendo lo suficiente para que el público comprenda que ha encontrado una armonía distinta.
De hecho, hace poco realizaron un viaje por Turquía, que dejó fotos contemplativas frente a mezquitas, atardeceres en Estambul y caminatas por los bazares, donde la sonrisa de ambos decía que estaban escribiendo memorias que guardarían por siempre.
“La verdad es que sí ha llenado mi corazón grandemente. Yaya es ligera y se ríe todo el tiempo, y yo también, nos reímos todo el tiempo”, confesó Araiza sobre lo que ha significado esta etapa. Él, hombre de proyectos y rutinas intensas, encuentra en ella una energía que lo equilibra.
“Tenemos mucha comunicación, hablamos mucho. Ella me ha enseñado toda esta parte espiritual que creo que a mí me faltaba”.
Yaya, certificada en breathwork, ha aportado a su vida un acercamiento más consciente al bienestar emocional. “Ella siempre anda cool, zen”, presume él, con una sonrisa que deja ver su orgullo.