Dos mujeres que han aprendido a reírse de sus propias heridas se preparan para conquistar un nuevo territorio: el teatro. Wendy Guevara y Paola Suárez, integrantes de Las Perdidas, han dejado por un momento los reflectores digitales para debutar sobre las tablas en el Tenorio cómico, una de las obras más queridas y longevas del teatro mexicano.
El montaje, bajo la producción de Alejandro Gou, ha resistido décadas reinventándose, burlándose con cariño de sí mismo y de la vida pública nacional, pero en esta temporada, hay algo distinto: una energía fresca, libre, genuina.
Por primera vez, tres mujeres transgénero: Wendy Guevara, Paola Suárez y Karina Torres, forman parte del elenco. Es un paso que no solo simboliza diversidad, sino también el poder del humor como refugio, como espacio de resistencia y redención.
Antes del estreno, las acompañamos a los ensayos en el Centro Cultural Teatro 2, donde se respiró entusiasmo. Entre risas y repeticiones, Pierre Angelo y Germán Ortega observaban atentos, guiando con generosidad a las nuevas integrantes. “Tener a Wendy y a Paola en el elenco es un privilegio”, dijo Germán, mientras la atmósfera se llenaba de bromas y aplausos.
Paola Suárez, con esa picardía que la caracteriza, sonreía mientras repasaba su libreto y nos confesó: “Hemos logrado un gran ambiente de trabajo porque todos han sido muy lindos conmigo, me han ayudado, apoyado y demostrado que no me dejarán sola en este desafío”.
Paolita Suárez continuó, con la voz pausada, pero segura: “Sí es un reto nuevo para mí, la única obra en la que había estado fue en la primaria, entonces ha sido un compromiso estar con unas personas que tienen una trayectoria impecable en los escenarios, los respeto mucho y asumo la invitación con mucho agradecimiento”.
Paola nos reveló que en la obra compartirían algunas de sus anécdotas más conocidas, aquellas que el público convirtió en virales. “Vamos a tocar el tema de aquella famosa aventada del balcón, lo de una camioneta de Wendy, o sea, nos vamos a sacar los trapitos al sol, pero con mucho humor”.
La tragedia, convertida en sketch. El dolor, transformado en risa. Así han sobrevivido ellas: haciendo de cada caída un motivo más para entretener.
Por su parte, a Wendy Guevara la vimos irradiar confianza. La ganadora de la primera temporada de La casa de los famosos México explicó lo que significa esta oportunidad: “Esto lo hago con mucho respeto porque sé que hay muchísimas personas que quisieran estar en este lugar y la verdad es que lo veo como una bendición. Le agradezco a Dios, al director, a todos los que pensaron en Las Perdidas para estar en este proyecto. Lo único que garantizo es que le voy a echar todas las ganas del mundo para que el público se la pase genial. Me siento muy cobijada por estas leyendas de la televisión, imagínate que yo crecí con ellos. El elenco me ha dado la mano, me ha ayudado, comprenden que nosotras venimos de las redes sociales y por eso siempre están pendientes de que salgamos adelante”.
La conversación inevitablemente llega al póster oficial de la obra, que se volvió viral en cuestión de horas. En la imagen, Wendy aparecía con un evidente retoque digital, lo que provocó una ola de memes. Pero lejos de ofenderse, la influencer respondió con su característico sentido del humor.
Luego, más seria, agregó: “Lo importante es que exista esta apertura, que nos brinden la oportunidad a las mujeres de la comunidad LGBTIQ+, que exista esta inclusión con Abelito que es de talla pequeña”.
Esa conexión entre generaciones, entre formatos, parece ser el hilo invisible que sostiene esta nueva versión del Tenorio. La comedia se actualiza, pero mantiene su espíritu: burlarse del amor, del poder, de las apariencias.
Y ahora también, de la fama viral y sus excesos. La complicidad entre ambas es palpable incluso fuera del escenario. Se interrumpían, se corregían, se reían de lo que la otra decía. Son, más que amigas, hermanas de camino. Han enfrentado juntas los prejuicios, los tropiezos y también los logros.
Paola lo resumió con ternura: En un país donde la comedia ha sido, por décadas, espejo y catarsis, su presencia no pasa desapercibida. Más allá del espectáculo, su participación en el Tenorio cómico es también un acto simbólico: el reconocimiento de que la diversidad en el entretenimiento no es una moda, sino una necesidad.
Cuando cae el telón y el público aplaude, ellas se miran y sonríen. No necesitan palabras. Tal vez recuerdan aquellos días en los que todo era incertidumbre o los momentos en que sólo se. Ahora están aquí, en el corazón del teatro mexicano, riéndose de sí mismas, regalando al público el mejor remedio para cualquier tragedia: la risa.