La luz de un estudio, el murmullo de una audiencia digital y el frenético ritmo de los espectáculos parecen incompatibles con el duelo. Sin embargo, para La Divaza, el joven creador de contenido venezolano que ha levantado una comunidad fiel a fuerza de carisma, ironía y talento, ese contraste se ha vuelto su cotidianidad. A siete meses de la muerte de su madre, la mujer que definió su vida emocional, él se permite reconstruirse sin prisa.
En entrevista con TVyNovelas, confesó que intenta volver a sus rutinas, aunque la normalidad a veces se hace trizas: hay momentos en los que el recuerdo de su madre irrumpe sin aviso y lo derrumba en llanto.
“Para sanar emocionalmente, ha sido un proceso muy complicado, poco a poco, eso no es de un día para otro. O sea, más que sanar tengo que aceptar, vivir el duelo, creo que uno va transformando ese dolor como puede”, comparte con una madurez que, a pesar de su juventud, ha aprendido a golpes.
Aunque los días no siempre se sienten ligeros, continúa trabajando. “Yo estoy por hacer un nuevo show que pronto estará en plataformas digitales, pero no puedo adelantar mucho”, revela. En televisión aún no tiene un proyecto concreto, aunque la curiosidad lo empuja: “En televisión no tengo proyectos, pero yo sí quisiera, a ver si hago casting y ver qué sale por ahí, algo que me guste y que se adapte a mi estilo”.
Su carrera digital, sin embargo, también enfrenta pausas naturales. Su pódcast, espacio que muchos fans añoran, permanece detenido por razones prácticas:
“El pódcast ya no lo tengo porque necesito patrocinadores, necesitamos que nos hagan todo, estudio, micrófono, set, por eso busco un suggar daddy”, dice entre risas, recuperando por momentos el humor que lo caracteriza.
Si bien la vida pública sigue su curso, en lo íntimo persiste un dolor profundo. Los últimos días de su madre, Kenya Álvarez, quien luchó contra un cáncer de mama metaplástico detectado a finales de 2023, quedaron grabados en su memoria como un golpe emocional difícil de describir:
“Los últimos días de mi mamá fueron muy emotivos, devastadores, porque desde que el doctor nos dijo que ya no hay nada qué hacer, uno entra en duelo. Es que además, ver el deterioro de la persona te afecta mucho, es como un shock y uno se prepara como puede”.
“CADA QUIEN ASIMILA EL DOLOR DE DISTINTA MANERA”
Fue la madrugada del 2 de mayo cuando, entre lágrimas, contó en redes sociales el fallecimiento de su madre. Ella había regresado apenas unos días antes a Venezuela, después de un periodo de tratamientos en Portugal, y él no pudo despedirse. Tras su muerte, explicó que las complicaciones se precipitaron: “En estos días le dio una infección y no pudo aguantar”, expresó entonces. Su madre fue cremada en su ciudad natal, cerrando un capítulo que él aún intenta descifrar.
A lo largo de estos meses, su refugio ha sido la gente que lo rodea, aun cuando la distancia geográfica complica los abrazos: “Mi red de apoyo emocional en estos meses han sido mis seguidores y mi familia, mis amigos. Nosotros estamos regados por el mundo, pero afortunadamente tenemos la posibilidad de las llamadas, yo no puedo ir a Venezuela por los temas políticos, entonces ellos tratan de venir a verme”.
Este periodo, reconoce, lo obligó a detenerse y mirarse por dentro.
“Han sido meses de introspección, de revisar, de tomarme un tiempo, más bien estoy agradecido de poder tomármelo porque mucha gente, a los tres días ya los están obligando a trabajar”.
Hoy, mientras explora nuevas propuestas artísticas y se permite pequeños pasos hacia adelante, La Divaza se aferra a un aprendizaje que comienza a hacer suyo: la reconstrucción no es lineal. Duele, a veces confunde, pero también abre espacio para la transformación. Y él, que tantas veces ha sabido reinventarse frente a millones de seguidores, ahora lo hace desde un lugar más íntimo, más silencioso, más verdadero.