"¿Te gustan mis ojos, mi boca, mis piernas?”, pregunta Camille Javal a su esposo Paul.
Están en cama: él con camiseta y ella desnuda boca abajo. Paul es interpretado por el laureado Michel Piccoli y Camille es nada menos que Brigitte Bardot. La película se llama “El desprecio”.
Para la época en la que se hizo la película (1963), Bardot ya había construido la fama de mujer libre y voluntariosa, con una belleza salvaje que escandalizaba con casi cada película que hacía.
Pero el inicio del filme “El desprecio”, dirigida por Jean Luc Godard, estaba en otro nivel. La escena comienza en el minuto 2:30 del filme, cuando el espectador apenas comienza a entender que se trata de una película sobre hacer películas. Es decir, uno de esos testimonios fílmicos profundos y complicadas que suelen gustarle a Godard.
Pero entonces aparece Bardot en la cama, cubierta solamente con una luz roja que resalta la formas de su cuerpo.
Sucede entonces una larga discusión con Piccoli acerca del amor y el placer. Bardot le pregunta si le gustan sus rodillas, si le gusta su cabello, si le gusta toda entera.
"¿Puedes ver mi trasero en el espejo?”, le pregunta en uno de los momentos más álgidos de la escena, la cual termina hacia el minuto 5 con 30 segundos.
La libertad de Briggite Bardot
En la vida real, Brigitte Bardot era un poco como su personaje en esa película. Ejercía la sensualidad con la naturalidad de quien la ha vivido con plenitud.
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“A mí me gustaba que me miraran”, dijo la actriz en una entrevista de 2020 para RTS.
Y en la secuencia de la película “El desprecio” no hace otra cosa sino disfrutar precisamente eso; que la miren. Son tres minutos en los que Brigite no da la cara al espectador y se concentra en su personaje y su relación con Piccoli.
La película se convirtió en un suceso en la carrera de Bardot y del director Jean Luc Godard. Se exhibió en el Festival de Cannes y ganó la Palma de Oro