Bad Bunny ha demostrado ser un fenómeno global. Tras triunfar con su serie de conciertos en México, estará en el show de medio tiempo del Super Bowl 2026, y seguirá de gira por Japón y Europa.
Para Jessie Cervantes, locutor y director de contenidos de MVS Radio, el furor por Bad Bunny no es nuevo.
“Yo recuerdo haberlo visto por primera vez en vivo hace 10 años en Tijuana. Era un auditorio para cinco mil personas, luego lo vi cuando vino en 2018, platiqué con él, o sea, es un tipo relajado, no es un artista postpandemia, pero sí creo que sirvió muchísimo ese tiempo porque es cuando viene su boom espectacular y ahora es un fenómeno que permea en todo el mundo”.
“Tiene que ver con que ha estado en películas, se consolidó como un artista que va más allá de un disco, ya es el latino más escuchado del mundo, ya va a estar en el Super Bowl y eso es maravilloso”.
Jessie Cervantes subraya algo clave: “Todo el mundo le critica que no se entiende lo que canta, pero yo he visto a todo un estadio coreando sus letras”.
“Yo decía que seguramente el problema era yo, pensaba que era algo generacional, porque los fans saben perfectamente qué significado cultural tiene cada sonido. Su conexión con el público va más allá de que se le entienda una letra o no, creo que tiene que ver mucho con las necesidades del público de hoy, cómo hablan, cómo se expresan, todo eso tiene que ver”.
Más allá del traje de ídolo, Jessie percibe a Bad Bunny como un hombre que tiene los pies bien puestos en la tierra:
“Cuando yo lo entrevisté se portó muy bien, me percaté que es un tipo reservado, no es sumamente parlanchín, hablador, pero es un tipo que contesta perfecto; sabe quién es, sabe a dónde va, es muy ecuánime, no es un hombre de un ‘sí’ y ‘no’ en una entrevista, realmente se puede platicar con él”.
Las raíces de Bad Bunny
Benito Antonio Martínez Ocasio creció en un entorno humilde en Vega Baja, Puerto Rico. Su infancia estuvo marcada por la imaginación, la música que sonaba en casa (salsa, merengue, reguetón) y sus participaciones en los coros de la iglesia.
En su hogar - compuesto por su mamá, Lysaurie Ocasio, quien era maestra de inglés; su papá, Tito Martínez, quien era conductor de camiones, y sus dos hermanos menores, Bernie y Bysael - , nunca faltó el amor.
Antes de llenar estadios, empacó compras en un supermercado mientras estudiaba Comunicación. Soñaba con escenarios, inspirado en Héctor Lavoe, cantante puertorriqueño que popularizó la salsa, y era, como millones, un niño frente a la televisión viendo telenovelas infantiles: era fan de Belinda en “Cómplices al reátate”.
Su apodo nació de una foto: un niño disfrazado de conejo con gesto serio. De ahí surgió el “conejo malo” (bad bunny), una figura que hoy parece indestructible, pero que sigue cargando la sensibilidad de aquel niño reservado.