Hay noches que no se olvidan, y la del 16 de abril de 2026 promete ser una de ellas para Ricardo O’Farrill, uno de los nombres más potentes del stand up mexicano que se enfrentará a un público multitudinario en el Auditorio Nacional con un espectáculo tan íntimo como brutal: Corto circuito.
Una pieza de casi dos horas en la que hablará, con la misma crudeza con la que se vivió, de sus adicciones, de la necedad de tocar fondo una y otra vez y del proceso de reconstrucción que lo trajo hasta este escenario.
“Este show cierra un capítulo de mi vida. Hablaré de mi paso por clínicas de rehabilitación y de mi recuperación. Después de esta noche, eso queda atrás en el escenario”, confiesa O’Farrill en entrevista con TVyNovelas, recalcando que se tratará de una de las funciones más importantes de su carrera.
“ES UNA HISTORIA DE EBRIEDAD Y SOBRIEDAD”
El comediante sabe que la risa también puede ser un bálsamo, un refugio frente al dolor, y que en el humor cabe tanto la catarsis como la esperanza. Su voz, tantas veces cargada de ironía y sátira, ahora se alinea con la verdad de alguien que sobrevivió a su propia tormenta. O’Farrill no es ajeno a los escenarios.
Desde Live From Pachuca hasta Falacia, ha demostrado que su comedia está hecha de observación punzante y un estilo tan directo que no necesita disfraces. Pero esta vez es distinto. Corto circuito no sólo es stand up: es un acto de honestidad.
“El show se llama Corto circuito, una historia de ebriedad y sobriedad, narra la historia de un adicto que, contrario a lo que dice la gente, no toca fondo, sino fondos, y hablo sobre la necedad de seguir tocando fondos y lo que termina causando esa necedad”, explica.
Para O’Farrill, la risa nunca fue incompatible con la oscuridad. El reto estaba en transformar su experiencia en relato universal, en construir un texto que conectará no sólo con quienes han lidiado con adicciones, sino con cualquiera que se haya roto alguna vez. “Es apto para todo tipo de audiencias... es una historia para que las personas que no son adictas puedan conectar con el texto, con lo que vive el personaje, que soy yo”.
“FÍSICAMENTE ESTOY BIEN”
Ese personaje, que es él mismo, fue tomando forma en cada ciudad donde presentó el show: Europa, Sudamérica, Canadá y Estados Unidos lo vieron despojarse de miedos frente a públicos diversos. El tour fue también un termómetro de su propia recuperación.
“Estoy haciendo el tour desde hace un buen rato... es una señal de que físicamente estoy bien”, asegura.
El peso de las adicciones no fue menor. O’Farrill se internó, convivió con otras personas en situaciones similares, atravesó procesos que lo confrontaron con sus límites. De ese periodo, hoy rescata no sólo la experiencia, sino también personajes y aprendizajes. “Estuve internado con gente y esos son buenos personajes, pero el texto de un standupero siempre debe ser propio, no escrito por nadie más”, recalca.
Lo dice con convicción: su historia es intransferible, pero al mismo tiempo, al compartirla, deja de ser sólo suya. Es de la gente que lo escucha, de los que se ríen, de los que lloran, de los que encuentran reflejo en la necedad de seguir tocando “fondos”. La promesa de O’Farrill no es dar lecciones morales, sino hacer lo que sabe hacer: provocar carcajadas.
“El objetivo de un comediante es ser chistoso en el escenario, entonces, mi objetivo en este show, de casi dos horas, es mantenerlos riéndose, mantenerlos al filo del asiento clavados en la historia con lo que le sucede a este personaje”.
Queda la pregunta inevitable: ¿está realmente recuperado?
Él responde sin titubeos: “Sería muy hipócrita de mi parte tener un show que hablara de recuperación y no estar recuperado”.
Su regreso a los escenarios es prueba de ello, pero también lo es la recuperación de lazos personales. Amistades que se habían roto comienzan a recomponerse, como en el caso de sus compañeros de comedia.
“Sí, recientemente estrené el episodio de El búnker (pódcast) en el que estoy con Mau Nieto y con Román (Matisse)”, comenta, dejando ver que, más allá de los conflictos, también hay caminos de reconciliación.