A sus 47 años, Lis Vega ha aprendido a lucir no sólo sus dotes artísticas, sino también su corazón, en su versión más sincera.
Esta vez, el foco la encuentra nuevamente — no por una actuación, sino por ese “algo” intangible que brota cuando los corazones coinciden— junto al influencer Ryan Hoffman, mejor conocido como Rayito. La historia comenzó como lo hacen los mejores encuentros: sin estridencias, bajo el signo de la casualidad.
“Yo realmente nunca busco las cosas”, confiesa Lis, “porque cuando nos conocimos yo ni siquiera iba a estar en el lugar donde él estaba, simplemente coincidimos, en esa coincidencia hubo magia, muchas cosas bien bonitas”.
Lo que siguió fue de película: sonrisas compartidas, miradas que no había que explicar, y publicaciones en redes sociales que desataron rumores. En mayo de 2025, Lis Vega y Rayito hicieron pública una galería de fotos donde, vestidos de negro con abanicos idénticos, posaron juntos, sellando con un beso una historia que ya palpitaba en silencio.
¿Qué tiene esta pareja que ha acaparado titulares y emojis de corazón? Lis lo articula con una mezcla de honestidad y lirismo.
“Ha sido una relación sin etiquetas que ya lleva seis meses”, dijo en entrevista con TVyNovelas. En esa sencilla frase está todo: el adentro que se asoma, el respeto por los tiempos, el disfrute del presente sin presiones.
Ryan Hoffman, por su parte, se muestra cómodo siendo él mismo. “Se ha dado de manera muy natural, la verdad es que tampoco ha habido un plan o una estrategia para conquistarla.
Simplemente yo he sido yo, nos hemos gustado, como somos muy parecidos, tenemos personalidades similares, somos alegres, nos gusta el cotorreo y estoy muy contento porque tengo mucho que aprender”, comentó, abriendo una ventana a la sinceridad que reina entre ellos.
Más allá de la química, Lis destaca lo que su pareja aporta a su cotidianeidad: “A mí me gusta su energía y sonrisa, su corazón, es un hombre noble, me hace reír mucho. Romántico no mucho, pero creo que esas cosas nacen, entonces ya llegarán”. Esa espontaneidad retoma valor cuando se ha creído que el romance se mide en gestos planeados; aquí, en cambio, emerge auténtico, día a día.
Y es que para Lis Vega, el amor empieza desde lo más profundo: “El amor lo veo desde adentro, que es algo que se nos dificulta mucho, cuando entiendes realmente lo que es amarte, en ese momento comprendes lo que es amar y no te conformas con menos de lo que te das a ti… para que valga la pena el dejar yo mi espacio, mi independencia, mis tiempos, mi soledad, que la amo”. Palabras que dan peso y belleza al vínculo que se construye.
“Para que yo decida estar con una persona y dedicarle mi tiempo es porque realmente es importante para mí”, añadió, mostrando que en esa decisión no hay prisa, sino voluntad consciente.
La pareja resuena por su naturalidad.
“Nos conocimos en una cena, y pues bueno, por una situación u otra ella se terminó sentando en la mesa donde yo estaba, a un lado de mí y terminamos platicando”, recuerda Ryan.
Y Lis añade: “Yo creo que existe una conexión inmediata, el amor es una construcción, cada mañana uno tiene que hacer algo por la persona, por los amigos, por la familia, y pues el día a día es lo que hace el amor. Porque lo demás es muy efímero, es un espejismo”.
En esa confianza radica también la libertad. “Siempre he hecho las cosas que siento sin juzgarme tanto. La felicidad es un estado intermitente, lo más bonito es estar pleno, entonces si estás en esa plenitud, esporádicamente vas a tener momentos felices, pero depende más de uno que de otra persona”, reflexionó Lis Vega, pintando el amor como una elección personal y dual. Y Ryan subraya cómo las diferencias convergen en armonía: “Al final de cuentas, los dos nos dedicamos a los medios de comunicación, aunque en carriles diferentes, pero es una mujer que me aporta mucho porque es una gran artista. Estar con ella me contagia, a la vez tengo mucho que aportarle en cosas de tecnología, por ejemplo”. Un vínculo donde el dar y recibir se entretejen sin glosas.