La noche de este viernes 19 de septiembre no hubo salvación, ya que las reglas cambiaron y se decidió que eso suceda en la Gala de eliminación.
En cambio, la Jefa ideó otra dinámica: una moneda del destino, la cual terminó por dejar a Abelito triste, decepcionado y hasta molesto porque “solo fui el mensajero”
Como cada vez que se juega una moneda de destino, La Jefa les pidió a los habitantes que se dedicaran a buscarla en toda la Casa.
El beneficio, que hasta ese momento no conocían los habitantes era una llamada telefónica con el exterior.
El juego comenzó con Guana merodeando el almacén, que es el lugar en el que la Jefa había escondido la moneda. Pero al intentar abrirlo, encontró la puerta cerrada, por lo que optó por ponerse a buscar en la alacena superior de la cocina.
Dalilah Polanco fue otra de las que intentó entrar al almacén, el cual, hay que recordar, permanece sellado para los habitantes y sólo se puede entrar cuando La Jefa activa la cerradura.
Luego de un par de minutos, la Jefa dio la pista de que en efecto la moneda estaba en el almacén y todos, incluyendo a Guana, fueron a buscarla.
Abelito fue el que la encontró en uno de los cajones inferiores y en cuanto todos volvieron a la sala, se le pidió que fuera al confesionario a contestar la llamada.
Abelito pensó que hablaba con su papá
Cuando contestó, Abelito comenzó a hablar y estaba tan emocionado que ni siquiera se sentó en el sillón. Del otro lado del teléfono, el comediante Daniel Sosa le respondía como podía.
Abelito comenzó a preguntar por la tienda, por los descuentos que él ha prometido y en ese momento soltó la palabra con la que suele referirse a su papa: “viejón”. Pensaba que hablaba con su papá y por eso le preguntaba por la tienda familiar que tienen en Zacatecas y bromeaba con las promesas de descuento que ha hecho desde la Casa.
Ahí tuvo que intervenir la Jefa para decirle que NO estaba hablando con su papá. En efecto, Abelito pensó que la llamada era con su papá.
A partir de ese momento, Abelito se convirtió en un mero mensajero: Daniel Sosa le decía cosas que él tenía que correr para comunicárselas a Guana.
En realidad, los amigos entrañables son Guana y Daniel Sosa, quienes han compartido escenarios teatrales durante mucho tiempo.
Al final de la dinámica, Abelito se dio cuenta de lo absurdo del momento que protagonizó:
“Quedé como un tonto”, lamentó, mientras se ponía chamarra y guantes.