En la memoria de José Ron todavía late ese adolescente que, en Guadalajara, soñaba con los reflectores.
Desde entonces ya perseguía su sueño en la música, uno de sus grandes amores: “En aquel entonces estaba imitando a los Backstreet Boys. Mi sueño era estar en una boy band; de hecho, cuando llegué a la Ciudad de México tenía la ilusión de encontrar una, pero al final no se dio y creo que como dice la frase: ‘Uno propone y Dios dispone’”, relata a TVyNovelas con una sonrisa que mezcla nostalgia y gratitud.
En ese momento, Ron no imaginaba que el destino lo llevaría primero por el camino de la actuación, y que más tarde tendría su propia banda: Koktel. Hoy, con más de dos décadas de carrera, el actor se siente en plenitud: “Hago las dos cosas que amo, y eso es un regalo enorme”, enfatiza.
Su historia; sin embargo, no fue una línea recta. Al llegar a la Ciudad de México, la gran urbe le mostró la cara dura de la soledad. Sin familia ni amigos cercanos, tuvo que aprender a abrirse camino entre audiciones, dudas y despedidas:
“Me acuerdo de lo complicado que era cada vez que dejaba Guadalajara y despedirme de mi gente. He pasado todo un proceso en mis más de 20 años que llevo radicando aquí, he tenido momentos buenos, malos, pero miro atrás y me siento contento del recorrido porque no ha sido fácil y todo ha valido la pena”, confiesa durante la amena entrevista que concedió a este medio en la intimidad de su casa.
Aunque admite que en algún momento “perdió el piso”, fueron el apoyo de su familia y su fe los que lo regresaron a su centro:
“Desde que salí del CEA no he parado de trabajar, todos los años he tenido proyectos y me siento bendecido por ello, pero yo me encontré con otras dificultades en el camino: económicas, de soledad… y también, de repente, uno pierde el piso y viene la fiesta, el relajo… son tantas cosas que te mueven, como esta parte de salir en la tele, y si no tienes los pilares de la familia y el amor de Dios te puedes perder”.
Afortunadamente, en su caso, no fue así: “Me di cuenta a tiempo de que eso no era a lo que yo había venido aquí, y hoy estoy orgulloso de mi vida, de ser la persona que soy: un hombre entregado, disciplinado, que lucha por sus sueños”.
“Todo lo que pasé me ayudó a madurar y a valorar, porque me hizo recordar quién soy y de dónde vengo; creo que todo lo que he vivido me ha servido para mi crecimiento y para ser un mejor ser humano”.
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