Flavio Medina y Juan Manuel Bernal nos confiesan ya se les despertó su instinto paternal | VIDEO

“Ahora somos los patriarcas”... Los actores coinciden en la serie Nadie nos vio partir, son abuelos en la historia, y nos confiesan si el proyecto les despertó su instinto paternal.

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Flavio Medina y Juan Manuel Bernal

Cortesía

Hay proyectos que no se eligen: te eligen a ti. Eso le ocurrió a Flavio Medina cuando recibió la llamada de la productora Mónica Lozano, con quien ya había coincidido en otras producciones.

“Cuando supe que era Mónica, sabía que el proyecto al que estaba entrando era uno al que había que poner el ojo. Sus producciones son impecables”, dice con la seguridad de quien ha aprendido a reconocer la calidad desde el primer libreto. El actor, de 47 años, leyó el guíon, respiró hondo y supo que no había manera de decir que no. “Todo estaba ahí: la historia, la sensibilidad, la dirección de Lucía Puenzo… una mujer brillante que admiro profundamente. Era una historia delicada, pero también muy necesaria”, señala.

Por su parte, Juan Manuel Bernal, de 57 años, se enteró del proyecto mientras filmaba otra serie. “Lucía me habló y me dijo: ‘Está este proyecto con Flavio, ojalá puedas hacerlo’. En cuanto supe de qué se trataba, me sumé sin dudar”.

Nadie nos vio partir, basada en la novela homónima de Tamara Trottner, se sitúa en el México de los años sesenta y retrata el drama de una madre separada de sus hijos por su propio esposo. Con la producción de Lozano y la dirección de Puenzo, la serie es un viaje emocional a una época de silencios, heridas y estructuras familiares que, aunque distantes en el tiempo, resuenan con fuerza hoy.

“Es una historia muy humana, desgraciadamente más común de lo que pensamos. Ahora tiene un nombre, pero ha sucedido desde siempre”, reflexiona Bernal.

Convertirse en abuelos dentro de la ficción fue, paradójicamente, un acto de juventud. Ambos lo tomaron con humor y serenidad, como un signo de evolución. “A mí no me incomoda para nada el paso del tiempo. Siento que todavía doy un abuelo joven”, bromea Flavio, riendo.

Juan Manuel Bernal complementa con lucidez: “En esa época se casaban muy jóvenes, sobre todo en ciertas comunidades. Pero lo hermoso de actuar es eso: puedes interpretar cualquier edad. Antes éramos los chamacones, ahora somos los patriarcas. Y está bien, es el ciclo natural.”

En el set, dicen, no hay arrugas que importen ni calendarios que pesen. Sólo la verdad del personaje. “En esta serie nos toca ser abuelos, pero también es un retrato de aquellos hombres que hicieron imperios de la nada. Gente que llegó a este país con una mano adelante y otra atrás, que construyó su vida a fuerza de carácter y trabajo”, explica Bernal.

Flavio asiente: “No necesariamente me identifico con mi personaje, pero sí me fascina su tenacidad. Es un hombre que defiende a los suyos, aunque a veces sus acciones sean cuestionables”.

En Nadie nos vio partir, los personajes de Medina y Bernal encarnan dos visiones de la paternidad: el poder y la vulnerabilidad, la autoridad y el sacrificio. Uno es un hombre que protege a su familia con el rigor de un león; el otro, un padre que está dispuesto a perderlo todo por su hija.

“Samuel, dice Flavio, tiene orgullo, honor y una rabia ancestral. Defiende a su manada porque siente que fue ofendida. No apruebo lo que hace, pero entiendo su instinto. Es como un animal que defiende lo que ama, aunque lo haga mal”.

“Mi personaje, Moishe, en cambio, tiene una bondad enorme. Es capaz de perder todo si es necesario, hasta la amistad de su hermano, con tal de defender a su hija. Ese amor incondicional me conmovió mucho”, agrega Bernal.

Flavio Medina y Juan Manuel Bernal, sin ser padres en la vida real, reconocen que la ficción les ha regalado esa experiencia emocional.

“He sido papá muchas veces en pantalla”, dice Bernal. “Eso te deja la reflexión de la responsabilidad que conlleva serlo. Más allá de la biología, hay una conexión que te transforma”.

Flavio coincide: “A estas alturas ya no sería papá, sería abuelo. Pero tengo muchos sobrinos que son mis amores. Creo que ese instinto ya está ahí, sólo que se expresa distinto”.

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