Cuando Karina Torres entró al escenario de su propia vida como mujer trans, lo hizo con la valentía que caracteriza a quien transforma su cuerpo, y, con él, su identidad, buscando por fin sentirse en casa en su piel. Pero el camino ha estado plagado de pendientes: uno de ellos, el peligro silencioso e indocumentado que representa la inyección de sustancias ilícitas para la estética.
Hoy, Torres abre el telón de su historia más íntima: el absceso que apareció en su glúteo y que la conduce inevitablemente al quirófano.
Originaria de León, Guanajuato, Karina se dio a conocer por su presencia arrolladora en redes sociales y en el colectivo Las Perdidas junto a Wendy Guevara y Paola Suárez.
En días recientes, reveló una preocupación que le retumbaba en la cabeza: “Me salió un absceso, una bolita en la pompi izquierda”.
La anomalía comenzó como algo pequeño, casi imperceptible, pero avanzó con paso firme. “Después se me fue haciendo más y más grande, me fue creciendo, se me fue inflamando hasta que me tronó”.
A pesar de que la zona ha iniciado su mejoría, Karina tomó la decisión de operar la zona contaminada para evitar futuros daños. “Ya se me está cerrando, pero yo decidí quitármelo de raíz”, afirmó.
El motivo: los biopolímeros.
Hace aproximadamente una década, emprendiendo el cambio corporal que acompaña a una transición, Torres se inyectó estas sustancias con la ilusión de moldear su figura.
“Hace 10 años me inyecté los biopolímeros, ahora me salió un absceso, es algo delicado que ya estoy tratando con un doctor, voy a Colombia a operarme con unos excelentes especialistas porque quiero vivir, tengo muchas ganas de seguir disfrutando y aprendiendo de la vida”, recalcó en entrevista con TVyNovelas.
A la par de este problema, el sueño de Karina de debutar en teatro se materializa con su participación en el Tenorio cómico, una obra de gran tradición que ahora incluye en su elenco a figuras del mundo digital, sus amigas Paola y Wendy.
Ahora, la voz de Karina se extenderá más allá de los likes: “Lo hago con mucho respeto porque son personas con muchos años de carrera; lo veo como una bendición. Voy a echarle todas las ganas del mundo para hacer reír al público”, dijo al hablar de su entrada al teatro
. Y añadió con gratitud: “Me siento muy agradecida de poder explorar cosas que sabía que existían en mí, esa capacidad de hacer comedia sobre un escenario”.
El hecho no es menor: la representación trans y la presencia de mujeres trans en medios convencionales está tomando presencia cultural en México. Karina suma su voz, su cuerpo, su vulnerabilidad a esa conversación. Conmovida, compartió también: “Creo que he logrado mucho como chica trans”.
La ahora actriz estuvo dispuesta a arriesgarlo todo por sentirse completa: como mujer, como artista, como persona que se mira al espejo y dice “aquí estoy”.
Pero el cuerpo también reclama protagonismo, y la bolita en la pompi izquierda se transformó en punto de inflexión. Con lágrimas, temores y valentía, decidió que su salud no estará por debajo de sus sueños. Para quienes admiran su trayectoria y la siguen desde sus días en YouTube hasta las tablas del teatro, su mensaje es claro: “Primero está la salud”.
No es un acto de sacrificio, sino de coherencia. Ella, que desde los 15 años enfrentó adicciones, psicosis, recuperación, reinvención, hoy muestra que transformarse no termina con un cambio de cuerpo, sino con el cuidado de ese cuerpo en su totalidad.