En una industria que suele fabricar historias paralelas al talento, Felipe Botello se presenta distinto: con los pies en la tierra, la mirada limpia y un discurso que va de frente: “Yo conozco a Ángela Aguilar y te puedo asegurar que no es como la pintan”, dice con firmeza, mientras recuerda cómo la vida lo llevó de San Luis Potosí a la Ciudad de México en 2001, con un equipaje lleno de canciones que beben de la nostalgia y el romanticismo.
Hoy, esas melodías lo colocan en el radar internacional gracias a Abrázame, tema que interpreta con Ángela Aguilar y que compite en los Premios Juventud.
Las redes sociales han sido escenario de rumores que lo vincularon sentimentalmente con la hija menor de Pepe Aguilar. Al respecto aclara: “No, no hubo nada. Lo nuestro fue música, respeto, amistad. Si Ángela fuera como dicen, jamás le hubiera hecho caso a un empleado, porque yo llegué a su vida desde abajo, trabajando con su papá durante años, aprendiendo y construyendo desde la trinchera de la música”.
Con esas palabras, el cantautor desarma los titulares fáciles y devuelve la historia a su cauce real: el de dos artistas que se encontraron en la música para crear una canción que ha trascendido por su sinceridad y emotividad. Abrázame nació, cuenta Felipe, como un ejercicio íntimo de melodía y letra que terminó transformándose en un dueto inesperado, poderoso y emotivo.
Felipe Botello trabajó cerca de una década con Pepe Aguilar. En ese camino conoció la disciplina férrea del cantante, los detalles que sostienen un legado familiar y, por supuesto, a una joven Ángela que daba sus primeros pasos en la música: “Ahí se dio la amistad, en un ambiente de trabajo. Yo producía, escribía, ayudaba en lo que podía. Y un día, de manera natural, surgió la posibilidad de colaborar. Nada de estrategias, nada de imposiciones, simplemente música.
“Ángela es una mujer hecha y derecha. Si la gente se diera la oportunidad de conocerla de verdad, entendería que lo que se dice en redes no refleja quién es. Yo trabajé con su papá y con la familia, y puedo dar fe de su calidad humana. Para mí fue un privilegio que confiara en mí para cantar a su lado”.
En ese sentido, el cantautor se vuelve testigo incómodo de lo que las redes pueden hacer: levantar sospechas, inventar historias, generar etiquetas que poco tienen que ver con la música. “Lo que yo sí puedo asegurar es que si ella fuera como dicen, yo nunca hubiera tenido la oportunidad de grabar con ella. Yo era un empleado, un músico más y, sin embargo, me abrió la puerta de su mundo”, enfatiza.