Erika Buenfil está en la plenitud de su trabajo la ha consolidado como una de las mejores y más queridas actrices de México. Como mujer, es un ejemplo de resiliencia; como madre, ha demostrado que es posible reinventarse sin rendirse, incluso en los momentos más difíciles.
“Las mujeres siempre hemos hecho de todo, hasta vender comida; somos emprendedoras hasta en la cocina”, confesó la actriz en una entrevista exclusiva con TVyNovelas.
Erika no olvida aquella etapa en la que, sin proyectos en televisión y con un hijo pequeño que mantener, decidió vender diademas a las afueras de una escuela junto a su cuñada. Lejos de avergonzarse, lo recuerda con humor y orgullo: “Lo único que me faltó fue aprender a peinar, porque si no, también lo habría hecho”, expresó.
Eran tiempos difíciles: sin oportunidades laborales y con responsabilidades económicas que no daban tregua.
“Las propuestas que recibía eran para personajes secundarios de pocos meses, y yo necesitaba mantenerme activa porque los gastos no esperan”, explicó. Su hijo Nicolás era entonces un niño y su prioridad absoluta.
A propósito del estreno de la película Mamá reinventada (8 de mayo), Buenfil reflexiona sobre la maternidad, un rol que considera el más importante de su vida: “La maternidad ha sido la mejor época, creo que ha sido el mejor personaje de mi vida. No imaginas el amor inmenso que puedes sentir por tu hijo”, enfatizó.
Para ella, ser madre fue una transformación total: “Dios me bendijo con la oportunidad de ser mamá, de la manera que fuese. No hay motivación, reto o experiencia más grande que ésta”.
Aunque nunca sintió que ser madre soltera fuera especialmente difícil, reconoce los momentos de esfuerzo, como cuando viajaba por trabajo: “Lo más complicado era dejar a mi hijo, sobre todo, cuando tenía gira de teatro y tenía que viajar por el país, en ese momento surge ese temor de a quién le encargas a tu hijo. Sin embargo, tuve la fortuna de apoyarme en mi hermana y amigas, pero esa fue la etapa más dura”.
“TENEMOS UNA CONEXIÓN INCREÍBLE”
Hoy, con un hijo de 20 años, Erika habla con orgullo de su relación: “Tenemos una conexión increíble. Aunque la familia está en Monterrey, él y yo nos apoyamos mutuamente”.
Reconoce que lo más difícil de ser madre y artista es sacrificar tiempo juntos: “Cuando llega de la universidad, quisiera quedarme a comer con él, pero debo trabajar. Aun así, siempre he priorizado estar presente, cuando tengo tiempo se lo dedico todo a él.
“No sé cómo le he hecho, pero siempre he podido hablar con las producciones por si es necesario salirme, por si suceden eventos en mi casa de imprevisto. Siempre he tenido flexibilidad y estoy agradecida”.