En una noche templada en el corazón de Polanco, entre risas de amigos cercanos, luces tenues y una atmósfera de promesa, Adrián Di Monte selló oficialmente su compromiso con Nuja Amar, la mujer que, según él, llegó a transformar su caos en calma.
Después de un año sacudido por polémicas legales, rumores y el amargo cierre de su matrimonio con la actriz Sandra Itzel, el cubano emerge con el semblante de quien ha cruzado el desierto para descubrir un oasis: “Con ella duermo como niño, es como mi Diazepam, cuando llego a la cama me acuesto y duermo en paz”.
La pareja celebró su compromiso rodeada de sus seres queridos en un restaurante de la capital mexicana. Aunque la fecha aún está en negociación, el amor, ese que Di Monte asegura haber sentido “por primera vez”, ya tiene sede espiritual: Bacalar, en la laguna de los siete colores, un rincón que ha robado el aliento de miles y que, según el actor, representa una nueva etapa en su vida.
“Creo que la boda será en un lugar de agua, ahora que me llevó a Bacalar, que fue su casa durante muchos años, me enamoré de ese lugar”, dijo emocionado en entrevista con TVyNovelas.
Pero más allá de la ceremonia, las flores, el vestido o el banquete, lo que verdaderamente ocupa el centro de los planes de esta pareja es la familia. “Queremos formar una familia, tener bebés, casarnos, yo sueño con un niño y una niña”, reveló Di Monte, con una sonrisa que delata ternura y deseo de construir. Y en ese anhelo, no hay espacio para improvisaciones.
El actor se muestra abierto a recurrir a la ciencia para garantizar ese sueño: “Para poder ir por lo seguro hay que recurrir a la ciencia, ciertos tratamientos, hay muchos trucos de la abuela, pero la vía más segura es a través de un proceso de fertilización”.
“YO DECÍA QUE JAMÁS EN LA VIDA ME VOLVERÍA A CASAR": ADRIÁN
Consciente del sacrificio que implica la maternidad, se deshizo en elogios hacia las mujeres: “El nacer mujer es una odisea, por eso le doy las gracias a Dios de haber sido hombre porque el embarazarse, dar a luz, el amamantar a los nenes, es algo que nadie puede hacer más que una madre”. Un respeto profundo que refleja la madurez emocional que él mismo admite haber adquirido tras un pasado complicado.
Nuja Amar, de raíces libanesas y sin vínculos con la industria del espectáculo, conoció a Di Monte en un momento de profunda reconstrucción personal para el actor. “Yo decía que jamás en la vida me volvería a casar... salí tan mal en mi relación pasada que prefería quedarme a vestir santos”, confesó el intérprete, evocando las secuelas del divorcio que tanto ocupó titulares el año pasado.
Sin embargo, “poco a poco, orgánica y genuinamente surgió este deseo de querer formar una familia”, afirmó con voz firme. Nuja, por su parte, fue clara sobre lo que conquistó a Adrián:
“Lo que hizo que Adrián tomara la decisión de pedirme matrimonio es que yo le doy calma en el alma, le doy paz, serenidad, eso lo hizo pensar que aquí es su lugar”.
Y fue precisamente en Turquía -país que ambos consideran espiritual y significativo- donde se dio la pedida de mano. “Ahí Adrián ganó La isla, vivió cuatro meses allá, entonces hay una historia de por medio y la pedida de matrimonio fue increíble”, relató la mujer que pronto se convertirá en esposa de intérprete que ha brillado en melodramas como La doble vida de Estela Carrillo, Diseñando tu amor, La madrastra y El maleficio.
Aunque los preparativos avanzan, hay un detalle que no parece quitarles el sueño: la luna de miel. “Es lo que menos nos aflige, siento que vivo una luna de miel antes de casarme”, compartió el actor. “Acabamos de irnos a un viaje largo, disfrutamos cada instante”. A sus 34 años, Di Monte se siente más enfocado que nunca: “Ya quiero tener bebés con mi mujer. Vamos a empezar a buscarlos. Creo que ya estoy en tiempo, no quiero ser papá muy viejo”, confesó.