La noche en que el Teatro de la Lotería Nacional reabrió sus puertas tuvo el ritmo de mariachi, el eco de “los niños gritones” y el aire solemne de un homenaje académico. Tras años de permanecer cerrado, el recinto ubicado en avenida Hidalgo 130, uno de los espacios culturales más representativos del Centro Histórico, retomó su papel como casa de los sorteos tradicionales, inaugurando una nueva etapa de convivencia con la ciudadanía y de apertura institucional y lo hizo a lo grande.
Como antesala del Sorteo Mayor No. 3994, el público disfrutó del espectáculo “México canta a Juan Gabriel”, una propuesta que fusiona talento joven y experiencia artística, y que nació como derivación del concurso “México canta”, iniciativa impulsada, según se recordó, desde la visión cultural del actual gobierno para promover música con valores, por la paz y contra las adicciones.
Los integrantes de Legado de Grandeza compartieron escenario con Galia Siurob, William Zepeda y Sergio Maya, quienes interpretaron clásicos del Divo de Juárez como “El Noa Noa”, “Me nace del corazón”, “No tengo dinero” y la infaltable “Querida”.
El ambiente festivo contrastó con el tono emocional de la ceremonia, encabezada por Olivia Salomón Vibaldo, directora general de Lotería Nacional, quien presentó el renacimiento del teatro como un acto simbólico de acercamiento a la gente.
“Este no es solamente un teatro; es un hogar abierto para el pueblo”, afirmó ante un auditorio plural donde se mezclaban autoridades, académicos, artistas y responsables de expendios. En su mensaje, destacó que este nuevo capítulo responde al principio gubernamental de trabajar más cerca del territorio que del escritorio.
“Aquí cualquiera podrá ver cómo hacemos los sorteos, cómo cantamos los números y cómo honramos la confianza que millones depositan en nosotros. Este espacio vuelve a la vida para el disfrute de todas y todos”, enfatizó.
Doble motivo de celebración
La noche tenía otro motivo para la celebración: el billete del Sorteo Mayor honró simultáneamente dos hitos de la química en México. Por un lado, el centenario de la enseñanza de la Ingeniería Química, carrera fundada hace 100 años en la histórica Facultad de Química de la UNAM, institución que este 2024 cumple también 110 años de vida. Por otro, el 30 aniversario del Premio Nobel de Química otorgado al doctor Mario Molina, egresado de la misma casa de estudios y figura fundamental en la defensa del medio ambiente.
El doctor Carlos Amador Bedolla, director de la Facultad de Química, tomó la palabra para agradecer este reconocimiento nacional. “La química es una ciencia que toca todo lo que sucede en la naturaleza”, dijo, subrayando la relevancia de que la comunidad universitaria sea visible para el país.
“Nos honra profundamente que la Lotería Nacional nos acerque al pueblo y nos dé oportunidad de mostrar parte de lo que hacemos. Celebrar estos 100 años de formación de ingenieros químicos y los 30 años del Nobel del doctor Molina es conmemorar los aportes que México ha hecho al mundo”, señaló.
En varios momentos de la ceremonia, la directora Olivia Salomón insistió en que este renacimiento va más allá de la restauración física. Se trata de una manera de devolver la tradición al pueblo, de abrir las puertas sin intermediarios y de recuperar la esencia de la institución. También agradeció a Pepe Serrano, creador de Legado de Grandeza, y a la Secretaría de Cultura por impulsar el proyecto musical que acompañó el evento, y que en breve iniciará una gira por varias regiones del país.
Entre aplausos, canciones emblemáticas y el ritual que por generaciones ha acompañado a millones de familias mexicanas, el Sorteo Mayor No. 3994 se convirtió en mucho más que un juego de azar: fue un acto de comunidad, memoria y celebración nacional. El Teatro de la Lotería Nacional inicia así un nuevo capítulo en su historia, con una misión clara: mantener vivas las tradiciones que unen al país y, al mismo tiempo, acercarlas de nuevo al corazón del pueblo.
“Aquí cualquiera podrá ver cómo hacemos los sorteos, cómo cantamos los números y cómo honramos la confianza que millones depositan en nosotros”
La reapertura del teatro fue celebrada, además, como una recuperación de la memoria cultural capitalina. Desde la década de los setenta, el espacio ha sido sede de montajes teatrales, eventos y encuentros artísticos. Tras el sismo de 2017, el tradicional edificio El Moro, anterior sede de los sorteos, resultó dañado y tuvo que cerrar sus puertas, dejando temporalmente la ceremonia de la suerte en el Edificio Edison, que no contaba con las condiciones ideales.
El regreso del formato presencial al teatro significa recuperar un vínculo directo con el público: un aforo íntimo de 214 butacas donde cada número cantado se vive de cerca.