Este miércoles 7 de mayo de 2025 inició el Cónclave para elegir al nuevo papa. Se trata de una reunión a puerta cerrada en la Capilla Sixtina, en la que 133 cardenales menores de 80 años de edad de todo el mundo se reúnen para nombrar al jerarca de la iglesia católica número 267.
“Por el límite de edad, es evidente que los cardenales de México ya no entran”, explicó a TVyNovelas el padre José de Jesús Aguilar, reconocido sacerdote y comunicador católico.
En entrevista, Aguilar explicó que el proceso inicia con la misa Pro eligiendo Pontífice, tras la cual los cardenales electores ingresan en estricto aislamiento a la Capilla Sixtina. Allí juran mantener en secreto todo lo que ocurra y se someten a votaciones diarias, con hasta cuatro sufragios por jornada. La elección del Papa requiere una mayoría calificada de dos tercios.
Durante el Cónclave, se utilizan señales de humo para anunciar el resultado de cada votación: negro si aún no hay decisión, blanco si se ha elegido al nuevo pontífice.
“Cualquier cardenal puede ser elegido como Sumo Pontífice. Ese es el riesgo, cada cardenal puede llegar a Roma y nunca regresar al lugar donde estaban, por lo que deben dejar arreglados asuntos pendientes, nombramientos, etc. Y evidentemente todos los cardenales se ponen nerviosos ante esta situación”, compartió el padre.
También recordó una anécdota histórica que ilustra lo complejo y, a veces, desesperante de este proceso: “En una ocasión los cardenales duraron más de un año para elegir al Papa, así que la gente exigía un Papa, por lo que los encerraron con llave y no les dieron comida completa hasta que salieran con un nuevo Papa. Incluso les quitaron el techo donde estaban reunidos hasta que finalmente lo eligieron”.
ABOGAN POR UN LÍDER PROGRESISTA
Aunque México ha tenido figuras destacadas en el Colegio Cardenalicio, Juan Sandoval de Guadalajara, ya no entra, así como tampoco Norberto Rivera y el Cardenal Suárez de Morelia.
El nuevo pontífice enfrentará desafíos cruciales: la polarización ideológica al interior de la Iglesia, la necesidad de reformas estructurales y el manejo de las finanzas vaticanas. Algunos sectores abogan por un líder progresista que dé continuidad al legado del papa Francisco.