El señor Kuroki, un japonés retirado, tuvo la idea como regalo para su esposa, quien está ciega
A los 52 años, la señora Kuroki perdió la visión a causa de la diabetes. Apenas un tiempo atrás, se había jubilado junto con su esposo para dedicarse a su afición por la jardinería.
En su granja de Shintomi, prefectura de Miyazaki, Japón, la pareja pasó 30 años a procurar sus plantas que cuidaban con amor.
Sin embargo, luego de quedar ciega, la señora Kuroki se deprimió y decidió quedarse dentro de su casa sin salir a tomar siquiera aire fresco.
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En ese momento, su esposo decidió que plantaría flores de shibazakura, una planta cuyo botón es rosa y sumamente oloroso con la esperanza de que el aroma trajera a su mujer de vuelta al jardín.
El señor Kuroki plantó por dos años miles de plantas de la misma especie alrededor de su casa.
El resultado, fue un hermoso tapete que aparece justo al terminar el invierno japonés. Cuando los botones blancos de los cerezos cubren los árboles como nieve el jardín de los Kuroki se pinta como un hermoso tapete.
Pero no sólo eso, cada año, un delicioso perfume atrae a siete mil personas diarias que vienen a admirar no sólo con los ojos, sino con el olfato el jardín, tal como lo hace la señora Kuroki.
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