Anel Noreña, quien fuera la segunda esposa de José José y madre de sus hijos mayores, José Joel y Marysol, reveló que sus problemas matrimoniales con el cantante llegaron a ser tan fuertes, que pensó en quitarse la vida, así como a sus hijos, pues las adicciones del cantante ya eran insostenibles. En entrevista exclusiva con el programa Ventaneando, la exmodelo también explicó que la paz que necesitaba, la encontró en el cristianismo y gracias a ello, es que pudo salir adelante, refugiándose en su fe.
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“En Guadalajara acabamos tan mal, él se desmayó en el escenario, entonces yo llegué a México hablé por teléfono y le pedí al doctor que nos mandara una ambulancia para que lo sacaran del avión, que no se pasara por la sala por como venía el muchacho. Lo dejó ahí, se interna, yo llegué a mi casa y dije: ‘yo me quiero morir’”. La también actriz afirmó que su desesperación fue tan grande, que tras un intenso problema con el Príncipe de la canción, pensó en tomar veneno para ratas y dárselo también a sus hijos. “Yo acababa de comprar veneno para las ratas, que me dijo el señor de la ferretería que se llamaba don Luis, ‘con esto señora no queda ni polvito de animalito’, yo dije: ‘pues yo me lo tomo y se lo doy a mis hijos, porque no los voy a dejar aquí con José '. En esa falta de decisión ya teníamos 20 años juntos ¡por el amor de Dios! Total, que fue verdaderamente horrible. Sí, sí pasó por mi mente”, señaló afligida Noreña.
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Sin embargo, Anel también recordó el momento en el que su vida cambió de manera radical, el cual le dio la valentía para recuperar las ganas de vivir y salir adelante con sus hijos. “12 de diciembre de 1997 a las 9:30 de la noche, sonaban las campanas en ese reloj fabuloso de la casa de don Carlos Treviño, y él me dijo: ‘Anelita, ¿te gustaría hacer una oración? Una oración, Anelita, que te va a dejar, que te va a hacer conocer la verdad y la verdad te hará libre’”. “Y de ahí yo empecé a vivir una nueva vida… A partir del perdón que tú pidas, es que se abre la puerta del Cielo aquí en la Tierra. Empecé a tener una transformación que trajo a mis hijos a los pies de Cristo, yo no los agarré a “bibliazos” ni los obligué a nada, ellos vieron mi cambio”.
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