El clásico de Disney logra encantarnos nuevamente en su moderna versión live-action
La fábula ancestral que Walt Disney Studios nos contó en el lejano año de 1991 ha regresado a cines en una versión moderna (en todo sentido de la palabra) en formato live-action: “La Bella y la Bestia”. De la mano de Bill Condon, director de cine conocido por dirigir toda clase de melodramas que van desde “Chicago” hasta “Crepúsculo”, tomó a un elenco de primer nivel para convertirlos -por arte de magia- en seres animados llenos de talento musical y una gran simpatía. Ojalá hubiera hecho lo mismo con la protagonista.
El resultado de traer el cuento de antaño a la pantalla grande en pleno Siglo XXI trae consigo montón de matices y nuevas reglas que casi obligan al director a entregar una versión completamente diferente a la historia original. Pero estamos hablando de los Estudios Disney, por lo que la fidelidad de la trama se mantiene intacta y los pequeños destellos de “modernidad” que se aprecian en la cinta son sólo meras manipulaciones para hacernos creer que la casa productora ha madurado.
1991 vs. 2017
Antes que nada tenemos que marcar las diferencias de la película animada con las de su más reciente adaptación. El filme de Condon triunfa frente a su antecesora al ponernos en un mejor contexto y explicarnos aquellas historias perdidas que quedaron en la cinta de los años 90. En “La Bella y la Bestia” (2017) nos remontamos al Siglo XVIII, con un pueblo abatido por una de las tantas guerras en Francia. Gastón (Luke Evans) un capitán que añora los días en el campo de batalla, echa ojo a la hija del artista del poblado: Bella, una joven inventora que desea cambiar su aburrida vida provincial.
De la misma manera conocemos más a fondo la historia de la protagonista, interpretada por Emma Watson. Su padre, Maurice (el veterano Kevin Kline) le oculta la verdad sobre la muerte de su madre. Por el contrario, de la Bestia (el Príncipe, traído a la pantalla por Dan Stevens) se conoce toda la historia de fondo. Así, con una mejor explicación del origen y motivaciones de los personajes nos podemos embarcar en una aventura mágica en la que los protagonistas se sienten reales y fantásticos a la vez.
Del Siglo XVIII al Siglo XXI
Mucho se criticó, entonces, las libertades creativas que el director tomó para ciertos personajes en la película. Desde la obstinada protagonista que no quiso usar un corsé para las escenas con el encantador vestido amarillo hasta la sexualidad de LeFou (Josh Gad), fiel compañero de Gastón, esta versión por más que trata complacer a las generaciones de mente más abierta termina demostrando que quizás el “Ratón Miguelito” aún no está listo para el cambio al convertirlo en el “bufón” que fue desde los años 90. ¡Es momento de tomar las cosas en serio!
No obstante, la magia no se pierde en el translúcido velo de “modernidad” que presenta el filme. Los valores Disney siguen presentes y convencen al público con la moraleja de la belleza interior y “amor verdadero”.
Días de música y Sol
Si se puede destacar algo de “La Bella y la Bestia” es su elemento preciosista en cada detalle de la producción: desde el diseño de arte, la música con toque barroco, la forma de sus personajes animados (y el elenco que los protagoniza, por supuesto) junto a las canciones adaptadas a un público más “humano”. Todos estos elementos hacen el sueño de Bella una fábula ancestral completamente real, lúcida y llena de calidez. Alan Menken, compositor original de la banda sonora, se tomó la libertad de crear canciones nuevas para algunos momentos y escenas, cosa que se agradece. Si bien en momentos pueden sentirse “de sobra”, ayudan al espectador a sentir empatía por el dolor que se vive dentro del castillo embrujado en el corazón de Francia.
Por todo esto y más, es necesario que los niños más jóvenes acompañen a los que disfrutaron de este cuento en 1991: para conocer el antes y el después de toda una generación que vivió admirando a Bella no por terminar casándose con el Príncipe; sino por su osadía, su amor por la lectura, por ver más allá de la belleza física y por ser, desde entonces, un ejemplo para las mujeres que día a día pelean por su lugar en el mundo real.
INFORMACIÓN Y TEXTO: ALF NORIEGA F
FOTOS: DISNEY STUDIOS LA