Durante el recorrido, el reggaetonero colombiano recordó sus tiempos en el barrio, antes de que el éxito tocara a su puerta con Domingo
Texto: Berenice Villatoro Fotos: Jaime Nogales
Andrés Felipe Robledo Londoño, mejor conocido como Reykon, visitó recientemente la Ciudad de México, y lo acompañamos a pasear en las trajineras de Xochimilco, una de las cosas que más le gusta hacer cuando llega a la capital. Durante el recorrido por los canales nos compartió los momentos que vivió de niño, el platillo de huevo con arroz que su mamá le preparaba, y lo feliz que se siente de haber cruzado las fronteras lingüísticas con su música. Y es que tan sólo en Australia tuvo dos llenos totales, cosa que lo ha motivado a seguir adelante. El artista promociona el tema Domingo, que realizó en un campamento musical en Miami y que resultó ser todo un éxito. “CADA VEZ QUE VENGO A MÉXICO ME VOY FELIZ” ¿Cómo te sientes de estar en Xochimilco? Feliz, y no sólo de estar aquí. Desde que venía viajando a México mi felicidad era inmensa, porque para nosotros los músicos, ir a algún lugar significa separarnos de nuestras familias, de nuestros seres queridos, pero cuando llegamos a este país, donde te dan tanto cariño, te acogen de la manera que lo hacen, y haces una participación en un evento con 70 mil personas y que todos canten tus canciones, vale la pena el venir acá y estar lejos de los tuyos. El público mexicano, dicen, es el más lindo de todos... Cada vez que vengo me voy feliz al ver a las personas que me siguen abajo de un hotel hasta altas horas de la noche. Espero poder regresar todo el cariño que ellos me están demostrando. ¿Ya tuviste oportunidad de platicar con tus fans mexicanos? Compartir con ellos es un poco difícil, nuestros horarios son muy complicados. Llegamos a todos lados casi corriendo; haces un tour de medios de una semana y no puedes con todos, entonces sólo puedo ver a mis seguidores a la salida de los programas, de los hoteles. Siempre me hago un tiempo para eso, jamás me paso de largo. Ellos lo pueden constatar, para una foto, para algo, pero siempre se puede. Cuéntanos del tema Domingo, ¿cómo lo creaste? Se hizo en un campamento en Miami. Ahorita estamos trabajando mucho así, en campamento, que es llegar a un lugar y reunirse con cinco o seis productores o compositores. Entonces nos juntan con uno y al otro día nos cambian; nos exponen un poquito más porque nos salimos de nuestra zona de confort. ¿Cómo supiste que este tema sería el indicado? Eso se siente. Puedes hacer 15 canciones en tres días, pero hay unas que las sientes y otras que no. Obviamente no porque las sientes van a ser un hit, pero en el caso de Domingo sí estamos teniendo buenos resultados. A la gente le está gustando la música. “MI FAMILIA ES HUMILDE, MIS PADRES NO VAN CON ESTO” Hace tiempo llenaste dos veces un foro en Australia, en un lugar donde no hablan nuestro idioma, ¿qué sientes cuando volteas a ver todo lo que le ha pasado a tu carrera? Es una bendición. Todo esto ratifica que la música no tiene un lenguaje. Llegar a lugares como Australia y que nuestra carrera vaya en ese ascenso sólo indica que estamos trabajando de la forma correcta, porque se puede trabajar y trabajar y que no pase nada, pero aquí hay trabajo en equipo; uno es el que da la cara, pero hay gente atrás trabajando, una producción, una disquera... Todos van poniendo un granito de arena. Luego de todos estos éxitos, ¿qué te dicen tus papás con respecto a todo lo que vives? Ellos nunca me van a ver como Reykon; para ellos, yo soy su hijo y nada más. Creo que ellos ni saben de mis producciones, yo no los incluyo mucho en lo que hago, pero obviamente disfrutan de todo esto, de verme en programas, que sus amigos los feliciten por mí, pero nunca se van a montar en esa película de que su hijo es artista. Somos de un barrio, una familia humilde; mis papás no van con esto. ¿Cómo fue crecer en un barrio tan pobre? Brutal, pero yo no le cambio un sólo día a mi vida, ni a las carencias, porque eso me hizo lo que soy hoy en día. Cada momento que mi madre y mi padre me dieron no lo cambiaría, porque no era que ellos quisieran tenerme así, ningún padre quiere eso, les toca, pero nunca faltó un plato de comida. No puedo decir si mis padres pasaron hambre, pero a mi hermana y a mí nunca nos faltó eso. Los educaron para valorar lo que tenían... Sí, nos enseñaron a descubrir cada cosa en la vida, a agradecer todo y valorar, entonces, tener un plato de arroz con huevo nosotros lo valorábamos. Y todavía hoy, cuando me como un plato de arroz con huevo, me lo sigo comiendo con ese gusto, para mí eso es bonito. Ellos me enseñaron que si hoy nos tocaba comer eso lo agradecíamos, y que si era algo más caro, también. Ahora que haces conciertos y ves niñitos de tu barrio, ¿te identificas, sabes que de ahí también saldrá otro como tú? Más que identificarme, quiero demostrarles que sí se puede. Yo me la paso hablándoles en mis redes sociales o haciendo cosas para ellos con las alcaldías de mi país, porque sé que en los barrios no hay tantas oportunidades. Entonces, les quiero mostrar que, aunque haya pocas, sí las hay mediante el ejemplo de mi vida.
