Sergio Ochoa, hijo de Leonorilda Ochoa, nos compartió lo contenta que estaba su madre y lo difi?cil que fue enfrentar el Alzheimer desde hace ocho an?os
En conmovedora entrevista, Sergio Ochoa nos compartió co?mo enfrentó el deterioro de salud de su mama?, la comediante Leonorilda Ochoa, quien desde hace poco ma?s de ocho an?os padeció Alzheimer. El actor, quien desde hace unos di?as le rinde homenaje con el mono?logo El cuidador. Mama? las llaves del coche no van en el refri, recordo? con tristeza el di?a que les dieron el diagno?stico y co?mo tomo? su madre la noticia. Tambie?n nos compartio? su dolor al ver co?mo lo fue olvidando llama?ndolo ?El chaparri?n de la mochilita?, y lo duro que fue reconocer la permanente degeneracio?n mental que culminaraía en una noticia inevitable.
¿Por que? te animaste a escribir este mono?logo basado en la enfermedad de tu mama??
Porque no so?lo lo sufro yo. A mi mama? le detectaron Alzheimer y vei?a que la gente se tomaba muy en serio la enfermedad, entonces escribi? esta obra como un apapacho. Soy una persona que se ri?e de las cosas duras, es mi forma de evadir el dolor. Cuando empece? a escribirlo, vi que me haci?a bien y que a la gente le gustaba mucho que le contara mis ane?cdotas, porque lograba quitarles un peso de esa carga tan fuerte que teni?an. A veces nos preguntamos el porque? de las cosas y no hay respuesta. Asi? nace esta obra, es una necesidad interna.
A rai?z del diagno?stico, ¿has vivido cosas fuertes con ella?
Muchas. Desde cuidarla, cambiarla y ver co?mo va perdiendo fuerza. A veces ese dolor te va tirando, pero pienso que lo que ma?s le hubiera gustado a ella es que yo fuera feliz, que echara relajo y viviera; finalmente, es lo que siempre quiere una madre para sus hijos.
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Cue?ntanos co?mo era contigo...
A toda ma... Era un encanto, mama? cuervo y me teni?a mucho amor. Era una persona muy entregada a sus hijos y a su carrera, esas eran las dos cosas que ma?s le importaban en la vida.
¿Co?mo se dieron cuenta de que teni?a Alzheimer?
Mi mama? siempre jugo? a ser despistada, era su manera de convivir, pero estos despistes empezaron a ser cada vez ma?s constantes, hasta que llego? el momento en que ya no sabi?a si estaba jugando o era una enfermedad. Nos dimos cuenta en ciertas cosas que se le olvidaban y que ya no eran normales, pero sobre todo en la mirada, que en ocasiones era de pa?nico. Ya no era el hecho de decir: ?¿Do?nde deje? el coche??, sino: ?¿Do?nde estoy??, y eso es muy duro. Finalmente le dieron el diagno?stico y fue como un balde de agua fri?a.
¿Que? tal enfrento? ella la noticia?
Recuerdo que su reaccio?n fue de: ?¡Ay cab...! ¿Que? va a pasar??. Despue?s dijo: ?A ver que? hacemos y resolvemos esto?. Pero al ser una enfermedad degenerativa no importa lo que se haga. Cuando llegamos a la casa nos dijo:
?Siento mucho lo que van a sufrir?. Fue duro, sus palabras teni?an fuerza, miedo, desesperacio?n
y unas profundas ganas de salir adelante y no lastimar a nadie.
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