La princesa Phedra Carlina Johnson Duleins llegó a México en 1970. Su título nobiliario provenía de la Reina Elizabeth I, quien le otorgó el título a una de sus antepasadas.
En México conoció a Rogelio Guerra y le bastaron unas semanas para enamorarse perdidamente. El actor mexicano le propuso matrimonio y entonces Phedra se enfrentó a un dilema digno de un cuento de hadas: si se casaba, dejaría de ser princesa porque Rogelio Guerra era el galán de moda de las telenovelas pero era un plebeyo y eso significaba que perdería su título nobiliario.
¿Qué debería elegir la princesa Johnson Duleins? ¿El amor o su linaje?
Esta historia que suena también a trama de telenovela se narró en las páginas de TVyNovelas en su número de la segunda semana de enero de 1982.
“En 1970, Phedra vino a México para filmar un comercial al lado de Jorge Rivero. El padre de Jorge enfermó repentinamente y ¿quién creen que lo sustituyó? ¡Rogelio Guerra! Ustedes supondrán que ambos se conocieron y ¡nació el amor! Pues se equivocan. Al verla, Rogelio no imaginó siquiera que fuera una modelo. Era demasiado sencilla, vestía pantalones, una playera con un dibujo de Mickey Mouse y lucía unas hermosas trenzas doradas”.
El relato se hace en ese año de 1982 porque fue una época difícil para Guerra, quien enfermó gravemente de la columna vertebral, lo que lo obligó a estar en cama durante un mes y medio.
Para ese año, Phedra ya no era princesa porque, como en todo cuento romántico, lo que triunfó fue el amor y había optado por casarse a pesar de que eso significó perder su nobleza.
“Sí, fui princesa. Elizabeth I otorgó el título a una ascendiente mía. Al casarme con un hombre que no es noble, lo perdí. Eso no tiene ninguna importancia. Total, no me pagan por ser princesa”.
La nota publicada por TVyNovelas describe que “Rogelio Guerra padeció una enfermedad y Phedra se olvidó de su título de princesa para permanecer día y noche a su lado, darle de comer en la boca y sus medicinas a tiempo, hasta que sanó”.
La ex princesa, por cierto, era médica egresada de Oxford.
“Lo trascendente para mí es que ¡adoro a mi marido! y que realicé su deseo: una niña de ojos azules cuyo signo zodiacal fuera Libra, igual que él. Tuve que adelantarme un mes pero ¡se lo cumplí!”.