CHAO salió exonerado del delito de robo, pero se las vio negras durante dos años; nos relató cómo sobrevivió a esta crisis
TEXTO: GABRIELA DE LOS SANTOS • FOTOGRAFÍAS: JAVIER ARELLANO, IG CHAO
En 2018, el cantante español Chao tuvo que pisar por primera vez los separos de una delegación en México; se le acusaba de fraude y robo. El castigo rondaría los 10 años de cárcel, porque supuestamente le había sustraído a un empresario cerca de 500 mil pesos, pero este infierno legal por fin terminó. Hace unos días, Chao mostró a la luz pública su inocencia, felicidad y, sobre todo, tranquilidad. Su caso está cerrado: “Salió la absolución como tenía que ser, por unanimidad. Yo siempre dije que confiaba en las leyes, abogados y magistrados”. El también actor nos contó la crisis e inestabilidad que vivió económica y familiarmente; su matrimonio con Bel, con quien lleva 17 años, estuvo en riesgo, por lo que tuvieron que acudir a terapia profesional, la cual los ayudó a salir adelante.
“VIVÍ PÁNICO E INSEGURIDAD”
Te declararon inocente, ¿cómo vives ahora? Me siento sumamente feliz, traigo una sonrisa de menso todo el día en la cara, que no me la acabo.
¿Cómo fueron estos casi dos años? De repente te ves envuelto en un mundo de abogados, leyes, magistrados... algo desconocido. Ese desconocimiento nos tenía intranquilos a mí y a mi familia. Recibía noticias de juzgados que te ponen al cien, no me dejaba dormir, pero gracias a Dios y a la ayuda de los ángeles y amigos, todo ha salido bien; salió la absolución como tenía que ser, por unanimidad. Yo siempre dije que confiaba en las leyes, abogados y magistrados. ¿Te esperabas este final? Sí. Lo que nos estresaba y ponía mal era no saber lo que iba a pasar; yo estaba seguro de que era inocente, no había una sola prueba en mi contra, era una historia que se habían inventado, y por encontrarme en el lugar equivocado y momento menos preciso me habían involucrado. ¿Llegaste a sentir miedo? Obviamente, cuando vives algo que desconoces te produce miedo, viví pánico e inseguridad. Aunque debo decirte que mis abogados, Rodrigo Ortíz, Luna y Pedro Rocha, pelearon e hicieron un trabajo impecable, del cual estoy profundamente agradecido. ¿Qué pasó con tu matrimonio en este proceso? ¿Cómo lo viviste junto a tu esposa? Cuando uno se casa jura estar al lado de su pareja en las buenas y en las malas; en las buenas es muy fácil estar, pero en las malas es complicado. Cada quien vivimos el estrés y agobio de una forma distinta. Mi esposa estaba sumamente temerosa en todo momento, cada vez que me tardaba en comunicarme con ella se preocupaba. ¿Qué hiciste? Llegó un momento en que estaba agobiado por el caso y por mi esposa. La pasamos mal, tuvimos que recurrir a consejeros, psicólogos, ayuda profesional, y gracias a Dios podemos seguir juntos y más fuertes. ¿Fue fácil salvar tu matrimonio y a la familia? Cuando una relación es fuerte y tienes en una familia cariño y amor, todo se puede solucionar; es difícil y complicado, pero teniendo la intención se puede, lo logramos y seguimos. ¿Qué pasó con tu hijo? Los niños son muy dados a imaginar, viven en un entorno muy distinto al tuyo. A nosotros nos daba miedo que el mío sufriera bullying por lo que sus compañeros escucharan en las noticias. Platiqué con él desde un inicio, de lo que podía pasar y de lo que sus amigos le pudieran decir, pero nos dio una cátedra, nos mostró su sabiduría y apoyo a pesar de tener 14 años; ha sido increíble cómo ha llevado todo eso.
“A ESTA GENTE NO LE GUARDO RENCOR”
¿Vas a contrademandar? Eso lo pongo en manos de los abogados, ellos sabrán qué hacer. A esta gente no le guardo rencor u odio, al contrario, sólo le mando bendiciones, porque la vida y el universo siempre te cobran cuando actúas mal. ¿A cuánto ascendió el gasto económico del proceso legal? Mucho, tuve que pedir créditos, vender mi carro... Pero el dinero va y viene, eso es lo menos importante. Te afecta y desestabiliza, pero manchar mi nombre y carrera, eso no se puede monetizar. ¿Qué aprendizaje te deja? Siempre he creído en las personas, y esto me pasó por creer de más, ahora me iré con más cuidado. ¿Sabes de dónde vino todo esto? No lo sé; si tú supieras la cantidad de veces que he repasado ese día en mi mente y me he preguntado por qué a mí, por qué conmigo, por qué esta hazaña... No tengo respuestas ni las voy a tener, no lo sé, seguramente necesitaban un chivo expiatorio y dijeron: “Vamos por éste, que es famoso”. ¿Qué sigue para ti? Vivir, respirar, amar y festejar.