ALEJANDRA BEFFER, popular en los 80 por la serie Las solteras del 2, habla por primera vez de la discapacidad que la alejó de la TV y la llevó a un intento de suicidio

TEXTO: NAYIB CANAÁN • FOTOGRAFÍAS: RICARDO CRISTINO, ARCHIVO

Hace siete años desapareció por completo de la vida pública... No se supo más de ella y su nombre dejó de sonar en los medios de comunicación. ¿La razón? Alejandra Beffer enfrentaba el episodio más complicado de su vida: tras la muerte de su hermano menor, víctima de cáncer, el glaucoma apagó la luz de sus ojos, enfrentándola a una realidad que la locutora y actriz no sabía digerir. Ahora, y luego de 32 operaciones fallidas para recuperar la vista, está de regreso con un ciclo de conferencias, y nos cuenta cómo ha podido salir adelante pese a las adversidades del camino.

“YA VIVÍ HUMILLACIONES, OFENSAS, MUCHA DISCRIMINACIÓN”

Hacía mucho que no sabíamos de ti, ¿qué pasó contigo en este tiempo?

Tuve siete años de convalecencias, operaciones, camas, muchos meses inmovilizada. No fue fácil, han sido siete años de mucho dolor, de mucha tristeza, depresión... Todo en una lucha incansable por salvar mis ojos, pero desgraciadamente no obtuvimos el resultado que esperábamos.

Ahora que estás de vuelta, ¿cuál es tu plan?

Estoy dando conferencias de sensibilización; también talleres motivacionales para el desarrollo integral de personas con discapacidad, ya que ahora yo, como persona discapacitada visual, estoy dispuesta a ayudar a quienes enfrentan una situación como la mía... Fueron 30 años dedicados a la labor social en la radio, y ahora lo quiero hacer con más ganas.

¿Qué buscas con estas conferencias?

Crear un alto a la discriminación para personas con discapacidad. En lo personal, ya viví humillaciones, ofensas, mucha discriminación, y no es justo, porque en nuestro país somos más de 10 millones de personas con discapacidad. Yo soy portavoz de ellas, y hago un llamado a la inclusión, porque el hecho de que una persona tenga cierta discapacidad no es una limitante para poderse desarrollar, pero la sociedad es muy cruel. Yo sabía que hay un sufrimiento, un dolor, pero ahorita estoy descubriendo que hay más crueldad de la que nos imaginamos.

¿Has sentido rechazo?

Todos los días. Me ofenden, me humillan, abusan, y lo más triste es que me han discriminado laboralmente. Ahorita estoy tocando puertas porque tengo un proyecto maravilloso que puede servir para radio o televisión. Se llama Platicando de corazón a corazón. Es un espacio motivacional.

“¡ME QUERÍAN SACAR LOS OJOS!”

¿A partir de cuándo enfrentas esta situación?

Desde mediados de 2012, y no fue fácil el diagnóstico. Cuando me dijeron que mis ojos estaban muertos, yo trabajaba en Radio Fórmula; estaba en el programa Mujeres en acción y llevaba jornadas de 13 horas diarias, porque el espacio era de labor social en el que yo personalmente llamaba a mi público y lo canalizaba, ya que tenía abogados, médicos, psicólogos, bolsa de trabajo, capacitación... Al principio pensamos que eran las horas de trabajo lo que provocó que un día las letras se me movieran, no las veía, eran como unos palos chinos. Fue impresionante. Pensábamos que era carga de trabajo. Creía que con unas gafas se solucionaría el problema. Pero no, llegué al médico y, literal, me dijo que las córneas estaban opacas y que mis ojos se estaban muriendo. Me dijeron que me iban a hacer unos estudios porque, por mi edad, no había una razón justificable. Fueron estudios muy dolorosos y me dijeron que no había nada que hacer.

¿Cuánto tiempo después de los primeros síntomas te dieron este diagnóstico?

A la segunda consulta. Luego de varios estudios fui con los resultados en las manos, me dijeron que ya no tenía células vivas en los ojos y que me los iban a sacar.

¿Cuál fue tu reacción?

Quedé como en shock. Mi hijo, que me acompañaba, me dijo que no le hiciera caso a la doctora, que estaba loca. Yo pensaba que no era cierto y empezó un peregrinar de médicos aquí en México; todos decían lo mismo, que no tenía remedio y que la ceguera era inminente. ¡Me querían sacar los ojos! Decían que era un tejido necrótico y que infectaría al cerebro. Yo me bloqueé, entré en una depresión espantosa. Me fui a Houston, allá me trataron con células madre, y fue cuando vino la primera operación, en la que me pusieron un lente intraocular. En apariencia veía bien, pero desencadenó otro problema. En total llevo 32 operaciones, entre las que hay dos trasplantes de córnea, vitrectomías, láser transescleral...

Al perder por completo la vista, ¿qué pasaba por tu cabeza?

Es un shock, no sabía qué estaba pasando. Después vino la negación, empecé desesperadamente a buscar médicos, hasta que me di cuenta de que era mi realidad. Recientemente vino una gran depresión y un intento de suicidio que, gracias a Dios, no fue exitoso. Mi hijo, angustiado, me llevó a una institución llamada Vemos con el Corazón, ubicada en Toluca. Ahí, mediante terapias, tanatólogos, 22 talleres y demás, me ayudaron a reconciliarme con la vida. No ha sido fácil ni va a ser fácil, me queda claro.

“RENEGUÉ DE DIOS, YO QUE SOY MUY DEVOTA”

¿Qué detonó ese intento de suicidio?

En medio de una etapa de vergüenza, mi hijo me llevó al súper; iba caminando como niña chiquita, agarrada del carrito, y de pronto alguien me pide permiso para pasar. Sin querer le pegué en los tobillos. Voltea furiosa una señora y me dice: ‘¡¿Qué no ves pend...?! ¡¿Estás ciega o qué?!’. Le ofrecí disculpas, mi hijo intervino y le dijo que yo era discapacitada visual, pero su respuesta fue peor: ‘Si tu mamá está ciega, ¡enciérrala en tu casa!’. Eso fue en octubre de 2019. Si esa persona supiera lo que en mi alma causó, quiero creer que no lo hubiera hecho. En el momento me di cuenta de que mi vida estaba acabada, esta persona me aventó prácticamente al bote de la basura. No puedo expresar lo que sentí, solamente dije: “Me quiero morir, no quiero vivir. Así no”. Quise que fuera una pesadilla y renegué de Dios; yo que soy muy devota, renegué de la vida...

¿Cómo pudiste salir de ese abismo?

Después de lo que me tomé, de haber sido internada, me hicieron un lavado de estómago, y libré ese intento. La angustia de mi hijo me hizo reaccionar. Ahora soy como el ave fénix, estoy empoderada. Sigo pensando que lo más cruel es que nadie nos emplea por tener discapacidad visual. A mí me han discriminado, pero mi voz no se ha apagado. Me dijeron que me ubicara, toqué puertas en diciembre, comencé desde cero, ofrecí mi proyecto, pero no me hicieron caso.

Económicamente, ¿cómo has sobrevivido?

Los ahorros se acabaron. Trabajé mucho, reuní, invertí, pero ya se acabó. Se vendió lo que se tenía que vender, y ahora necesito trabajar porque no tengo dinero. Las operaciones son carísimas, todo es carísimo, Imagínense que un frasquito de gotas cuesta hasta mil 200 pesos.

¿Sientes que tienes una nueva misión de vida?

Sí, creo que si Dios no permitió que me muriera en ese intento de suicidio, es porque tengo un gran compromiso para ayudar a las personas que tienen algún tipo de discapacidad. Yo busco la inclusión, es lo que estoy trabajando en mis conferencias.

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SALE ADELANTE

Alejandra Beffer, quien alcanzara gran popularidad en los años 80 con el programa Las solteras de dos, asegura que ahora quiere ser la vocera de muchos discapacitados que son ignorados por la sociedad: “Quiero que cuando una persona se encuentre en una desgracia tan fuerte como ésta, sepa que hay lugares donde nos pueden ayudar. Para personas con discapacidad visual existe esta institución (Vemos con el Corazón), a la que le llamo ‘mi escuelita’. Ahí me están enseñando nuevamente a vivir en mi condición, desde medir pasos, usar el bastón, cómo moverme y cómo trabajar los demás sentidos”.