En 1978, Carlos Villagrán tomó una de las decisiones más polémicas de la televisión mexicana: abandonar El Chavo del 8 convencido de que podía triunfar por su cuenta con Quico como estrella. El problema fue uno: Quico no era solo suyo. Y esa disputa con Roberto Gómez Bolaños “chespirito” marcó el inicio de una serie de fracasos que, aunque intentaron replicar el éxito de la vecindad, jamás lograron despegar.
“No basta con inflar los cachetes”.
Primer tropiezo: el programa que nunca vio la luz
Todo comenzó con una negativa. Televisa le ofreció a Villagrán su propio espacio con Quico, siempre y cuando diera crédito a Chespirito como creador del personaje. Él se negó. El proyecto fue cancelado antes de rodar un solo minuto. Ese fue su primer gran error: pensar que podía desprenderse de la sombra de su creador sin consecuencias.
La negativa de Villagrán a reconocer la autoría de Gómez Bolaños sobre Quico desencadenó una serie de eventos que afectaron su carrera. Aunque originalmente había recibido una autorización verbal para usar el personaje, la disputa legal sobre los derechos de autor escaló, afectando sus oportunidades laborales y limitando su capacidad para interpretar a Quico fuera del programa de Chespirito.
En redes sociales los usuarios critican:
“Bajo la lógica de Villagrán el dueño de Superman sería Henry Cavill y Robert Downey Jr el de ironman”
“Un actor le da su esencia, trabaja el personaje pero no es su dueño”
Los múltiples intentos fallidos
Tras su ruptura con Chespirito y Televisa, Villagrán salió de México buscando una nueva oportunidad. Lo intentó en Argentina, Venezuela y después de nuevo en México… con resultados decepcionantes.
El Niño de Papel (Argentina, 1980)
Fue su primer proyecto formal tras dejar El Chavo. Usando un personaje infantil sin nombre, Villagrán grabó un piloto de sketches que no fue aprobado. El humor no conectó y el público argentino lo ignoró. Nunca pasó de esa grabación.
Niño de Papel y otros proyectos (Venezuela, 1981–1982)
Villagrán se mudó temporalmente a Venezuela, donde intentó adaptar su estilo en varias producciones. Pero el impacto fue mínimo. Su humor, sin los personajes de la vecindad, no logró conquistar.
Federrico (Venezuela, 1982–1983)
Este fue, probablemente, su proyecto más sólido. Junto a Ramón Valdés, recreó una dinámica parecida a la de El Chavo, pero con personajes legalmente distintos. Tuvo dos temporadas, algo de audiencia, pero no pasó a la historia.
Kiko Botones (Venezuela, 1986)
Aquí, Quico reaparecía como un adulto trabajando como botones de hotel. La premisa era débil, la nostalgia no alcanzó y tras 24 episodios fue cancelado.
¡Ah qué Kiko! (México, 1987–1988)
Villagrán regresó a México con la esperanza de redimirse. De nuevo acompañado por Ramón Valdés, intentó relanzar al personaje en un entorno nuevo. El programa alcanzó 29 episodios, pero la muerte de Valdés apagó el proyecto para siempre.
El cambio de Quico a Kiko
Como dato curioso, el cambio de nombre de “Quico” a “Kiko” en la interpretación de Carlos Villagrán se debe justamente a la disputa legal por los derechos del personaje. Para evitar problemas con Roberto Gómez Bolaños, dueño de los derechos de “El Chavo del 8", Villagrán decidió renombrar su personaje como “Kiko” en proyectos fuera de la serie original.
Si se habla de “El Chavo del 8", se debe usar “Quico”. Si se refiere a proyectos fuera de la serie, se debe usar “Kiko”. Este cambio de nombre le ha permitido a Villagrán seguir interpretando el personaje sin infringir los derechos de autor de Gómez Bolaños.
Cuando la ambición pesa más que el talento
Villagrán insistió durante años en explotar a Quico sin el respaldo de Chespirito ni de la estructura de El Chavo. A pesar del cariño del público, su personaje parecía incompleto lejos de la vecindad. Sin la Chilindrina ni el Chavo, Quico ya no era el mismo. El carisma de Villagrán no bastó para sostener programas por sí solos.
Carlos Villagrán quiso volar solo, pero no supo medir la altura. Sus múltiples intentos por revivir a Quico sin Bolaños resultaron en proyectos tibios, cancelaciones tempranas y una carrera que nunca volvió a tener el brillo de la vecindad. Aun así, su personaje vive en la memoria colectiva como parte esencial de una era dorada. Y aunque Quico solo funcionó en grupo, su lugar en el corazón de los fans es innegable.