En agosto de 1994, la vida de Erika Zaba cambió cuando tenía 16 años, pues en un accidente vial, murieron sus padres.
Ella se hizo cargo de sus hermanas desde entonces, pues trabajaba en La Onda Vaselina. Treinta años después, la cantante abrió su corazón para hablar públicamente, como nunca lo había hecho, sobre este trágico episodio.
“Era una carretera peligrosa, con deslaves, hoy vemos diferente la carretera, y en uno de esos deslaves, entra a una curva y había rocas en el camino. Nos estampamos y ellos mueren instantáneamente”, dijo Erika a su amigo Roberto Carlo, al relatarle el accidente ocurrido en la autopista de regreso de Acapulco.
Erika iba detrás de su padre, quien murió al instante. “Tuve fractura de cráneo, inflamación del cerebro. Te acuerdas como entre sueños, pero no sabes qué es real, qué no, eso te lo van aclarando con el paso de los años”.
“Dicen que yo fui la que dio teléfono de contacto, di el nombre de mis papás, de mis hermanas, yo fui la que di esa información. Yo estuve en coma dos días y en terapia intensiva muchos meses”.
Recordó las complicaciones: “Todo pasó en Chilpancingo, estaba muy herida, múltiples fracturas, una de ellas expuesta, traía los huesos por fuera, se rompe en 16 pedazos la pierna pero lo delicado era el estado del cerebro, eso complicó. Ademas de que el hospital de Chilpancingo no estaban preparados, en ese momento los doctores dijeron que aquí no puede ser atendida”.
Aunque solicitaron un helicóptero para poder trasladarla a CDMX, nunca ocurrió y “me tuvieron que trasladar en ambulancia a un hospital de México. Yo no recuerdo nada, más que algunos flashazos, sosteniendo la mano de mis hermanas y yo hablaba con ellas pero no logro hilas muchas cosas todavía”.
“Cuando ingreso al hospital en México entro en coma, paso a terapia intensiva y no puedes tener picos de emociones, entonces yo estaba con medicamentos, todas las personas que iban a verme no podían decirme nada. Estaba muy impactante físicamente, nadie podía verme, ni mis hermanas. Tengo un recuerdo que me sacan en una silla de ruedas, y toda la sala de espera era mía, y todos saludaban, pero yo seguía con medicamentos y no entendía lo que estaba pasando”, contó Erika Zaba.
Fue tiempo después cuando se enteró que sus padres habían muerto. A la fecha, la reflexión de Erika Zaba es brutalmente honesta: “No hay respuesta. No la tengo, no la quiero, no estoy de acuerdo, no me tocaba, no me gustó. No puedo decir ‘por algo pasan las cosas’... Por lo que me pasó soy la mujer ahora, sí, pero hubiera preferido no”.
“Los extraño todavía, los necesito, los recuerdo, pero yo sé que donde están me guían, me cuidan y ellos han hecho que tenga diferentes bendiciones y cosas buenas en mi vida que evidentemente no me hubieran pasado, porque vienen de allá arriba. Soy una persona muy bendecida, y estoy segura que todas las bendiciones que tengo, el esposo que tengo, poder ser mamá, el trabajo que tuve toda mi vida, fue mi sueño; esas tres cosas, sumada a lo que he dicho de la amistad y la familia, todo eso viene de allá arriba”, confesó la empresaria.
Ella sabe que la cuidan: “Al querer ser mamá a los 40, que tuve dos años de lucha, que conocía a cientos de casos que no pudieron ser mamá, pudo no habernos sucedido. Y hoy que soy mamá, digo gracias Dios mío porque me regalaste esta oportunidad, mi hijo es el mejor hijo”.