Hay regresos que no buscan ruido, sino eco. El de Margarita Gralia es uno de ellos. Después de más de una década alejada de las cámaras, la actriz argentina, mexicana por elección y por amor, vuelve a los reflectores con la serie Serpientes y escaleras, producción de Netflix dirigida por Manolo Caro.
Pero más allá del entusiasmo que rodea su aparición en la pantalla, lo que destaca es el tono sereno con el que Gralia habla de su presente: un tiempo en el que el arte sigue siendo una parte importante de su vida, pero no la única.
“Yo estoy muy contenta, muy emocionada porque para mí es un estreno en muchos sentidos”, nos dijo Margarita en entrevista con TVyNovelas. “Es mi primer trabajo para una plataforma, para el streaming que es lo de hoy, así que estoy muy feliz de que con mi trabajo he ido atravesando distintos medios, porque empecé en el teatro, luego en el cine, después la televisión y ahora llego a las plataformas”.
En efecto, su trayectoria se ha tejido con múltiples hilos: desde su llegada a México en los años ochenta, pasando por sus personajes inolvidables en telenovelas como Mirada de mujer, Cuando seas mía y la entrañable Amor en custodia, hasta su presencia constante sobre las tablas, Margarita ha sido testigo -y protagonista- de la evolución de la industria del entretenimiento en Latinoamérica. Sin embargo, durante los últimos 12 años, eligió otro tipo de escenario: su familia, su restaurante en San Miguel de Allende y sus viajes con su esposo.
“Llevaba más de 12 años sin grabar, pero afortunadamente, las cosas buenas siguen vigentes. Por ejemplo, ahorita están repitiendo Mirada de mujer, que la hice hace tantos años, y la gente la está viendo nuevamente porque le gustó, algunos la ven por primera vez, para otros es una repetición, pero el caso es que sigo en pantalla de alguna manera. En este tiempo me he dedicado a estar más tiempo con la familia y con los amigos, que son prioridad, a estar viajando con mi pareja, que la verdad es mi pasión, viajar, y me siento muy feliz de conocer tantas partes del mundo”.
“MIS SOBRINOS SON COMO MIS HIJOS”
Habla con orgullo de su vida cotidiana. De su restaurante, donde hace de anfitriona sin libreto, donde las fotos han sustituido a los autógrafos y el cariño de los comensales se parece mucho al de los espectadores que la siguieron por décadas. Ahí, en el corazón de San Miguel de Allende, ha encontrado una forma distinta de estar en contacto con su público. Más íntima. Más genuina.
“Tengo un local que, bendito Dios, es muy exitoso, acabamos de cumplir 23 años. Me gusta ser anfitriona, caer de sorpresa y pasear, ir a las mesas, hablar con la gente... es un contacto muy directo y muy hermoso”.
La artista no reniega de su pasado, pero celebra su presente con sabiduría. Sabe que hay etapas. Que la vida no siempre exige estar bajo el reflector para tener sentido. “Yo inicié mi carrera 10 años antes de llegar a México, la empecé en el año 73 haciendo teatro.
UNA DÉCADA DEL DERRAME CEREBRAL
En 2015, Margarita Gralia vivió uno de los episodios más difíciles de su vida: sufrió un derrame cerebral que la obligó a detenerse por completo. Fue un aviso fuerte y claro de que algo debía cambiar. Durante varias semanas permaneció hospitalizada y después inició un proceso de recuperación que exigió paciencia y fortaleza. Lo superó, como tantas otras pruebas en su vida, con el acompañamiento de su familia y con una férrea voluntad. Desde entonces, Margarita ha priorizado su bienestar físico y emocional. Aquel incidente, aunque doloroso, también fue una oportunidad de renacer, de reevaluar su ritmo de vida y de tomar decisiones que le brindaran mayor equilibrio.
Obviamente, para mí fue importante desarrollarme en este país, por eso trabajé sin parar, pero yo creo que en la vida hay etapas. Existen unas de siembra y otras de recoger lo que sembraste. También cambian con los años las prioridades”. Y una de esas prioridades ha sido la familia. Sus sobrinos - a quienes siente como hijos-, su esposo, con quien acaba de celebrar 51 años de vida juntos. La intérprete que una vez sacrificó encuentros y celebraciones por su profesión, hoy no quiere perderse ni un solo instante más.
“Claro que me he perdido eventos importantes con la familia... Pero a partir de que mis sobrinos empezaron a graduarse para mí fue importante ir y estar ahí, ver ese logro, aplaudirlo. O sea, es natural en el ser humano que con el tiempo le demos ese primer lugar a la familia”.
“YO NO QUIERO MORIRME EN UN ESCENARIO”
Así, cuando Manolo Caro la buscó para integrarla a Serpientes y escaleras, Margarita no lo dudó... pero tampoco lo buscó. El llamado llegó por azar y por redes sociales, y fue una fan quien le avisó que el afamado director la estaba intentando contactar por Instagram. Gralia, ajena a la vida digital, le agradeció el gesto y retomó la conversación que la llevaría de regreso a la actuación. “Siempre estaba acostumbrada a que me fueran a buscar para contratarme y eso se ha perdido, pero volvió a suceder en mi vida con Serpientes y escaleras... Él me buscó por Instagram, pero yo no soy tan tecnológica”.
Durante las grabaciones en Guadalajara, prefirió concentrarse en el trabajo. Aunque su esposo podía visitarla, ella decidió no mezclarse con la rutina familiar ni con las preocupaciones de su restaurante. “Me sirvió mucho que fuera en otro lugar porque no me distraía con el restaurante y con las cosas personales”.
Este regreso, más que un retorno a los escenarios, parece una reconciliación. Una forma de mirar su carrera con perspectiva y elegir participar desde el deseo, no desde la necesidad. “Yo no siento que mi profesión es lo más importante y que quisiera morirme en un escenario, no. Soy un todo y es muy importante el tiempo con mi esposo, poder desayunar juntos, poder viajar juntos, disfrutar comidas en casa con los amigos”.